Una estrella del pop, una actriz famosa y una tragedia agravada por el sexismo de la prensa.

El líder de la banda de rock francesa Noir Désir, Bertrand Cantat, voló de París a Vilnius, Lituania, para acompañar a su novia, la actriz Marie Trintignant, que estaba filmando una película.
Una mañana, en la habitación del hotel, la relación basada en celos extremos por parte de la cantante terminó con la artista en coma tras sufrir 19 heridas en la cara y la cabeza, incluida la destrozada nariz.
Trasladada a una clínica en Francia, Marie no sobrevivió: murió a los 41 años, dejando cuatro hijos, un hermano, su padre y su madre, un clan famoso vinculado al cine.
Los detalles del crimen, el perfil psicológico del asesino y una sorprendente segunda víctima del rockero centran la serie de tres partes 'De estrella de rock a asesino: el caso Cantat', disponible en Netflix.
Francia es un país que valora enormemente el derecho a la privacidad. La mayoría de la población rechaza la explotación de la privacidad de las celebridades.
Las leyes contra los paparazzi, por ejemplo, se reforzaron tras la muerte de la princesa Diana en París, a consecuencia de un accidente en el que su coche era perseguido por fotógrafos en motocicletas.
Cuando el caso de Bertrand y Marie explotó en los medios, los franceses quedaron conmocionados por los detalles de la violencia contra la actriz.
Algunos medios de comunicación intentaron encubrir al rockero, asociando su comportamiento abominable con una intensa emoción. Años después, los periodistas admitieron que se equivocaron al minimizar la responsabilidad de la estrella del pop.
La víctima fue juzgada por tener hijos con diferentes parejas, en un flagrante sexismo y falta de ética, como si ella fuera la culpable -o incluso mereciera- de los golpes que la llevaron a la muerte.
Bertrand se benefició de ser un hombre atractivo, un símbolo sexual, comparado con Jim Morrison de The Doors. Los fans lo defendieron fervientemente. Argumentaron que era necesario separar al talentoso ídolo de su vida privada. Una dicotomía controvertida.

A partir de cierto punto, 'De estrella de rock a asesina: el caso Cantat' gana una nueva protagonista: la húngara Krisztina Rády, la primera esposa del cantante, a quien abandonó en el hospital después de que ella diera a luz al segundo hijo de la pareja para estar con Marie.
Su ex tuvo un papel clave en el juicio de Bertrand, logrando una sentencia mucho más leve de lo esperado. Cuatro años después, apoyó su reinserción social.
Como revela la serie mediante testimonios y audios, la apasionada Krisztina pagó con su propia vida: a principios de 2010, fue encontrada ahorcada en su casa, en un aparente suicidio, mientras el cantante dormía en la planta baja. Tenía 41 años, igual que Marie Trintignant.
El 24 de julio, la Fiscalía de Burdeos anunció la reapertura del caso con una investigación sobre "violencias intencionales" del rockero contra su exesposa durante su matrimonio y después de su salida de prisión.
La repercusión de la serie fue el punto decisivo en la decisión del fiscal Renaud Gaudeul, que vio los episodios.

Bertrand Cantat, de 61 años, intenta revitalizar su carrera con otra banda, Détroit, pero cada vez que programa un concierto, se enfrenta a protestas. Sus actuaciones se limitan a internet.
Sigue viviendo en el sur de Francia, protegido por familiares y amigos. Corren rumores de que se ha vuelto a casar. Se niega a hablar con la prensa.
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