Camarada Shakespeare | Observando a las bestias en acción
El teatro popular, tal como lo practicaba Shakespeare, tuvo que competir con la abundante oferta de entretenimiento de su época. El asesinato y la intriga, la obscenidad y la crudeza no son, por lo tanto, casualidad en sus obras. En Londres, también la capital del crimen, la gente sabía cómo entretenerse: se podía asistir a ejecuciones como espectador o visitar uno de los innumerables pubs.
Sin embargo, el teatro, como lugar de entretenimiento, competía principalmente con burdeles y arenas utilizadas para la caza de osos. Qué es un burdel, querido lector, no necesito explicarte ni lo haré. En el llamado Jardín de los Osos, en el Londres de los siglos XVI y XVII, se cazaban osos y toros principalmente con perros de pelea para un público interesado. Huelga decir que los resultados eran bastante sangrientos para los animales. Pero en ocasiones, los espectadores también perdían la vida.
Y así como el camarada Shakespeare impulsó el drama y el teatro durante este período, con efectos que perduran hasta nuestros días, también los intérpretes de estos espectáculos bestiales perfeccionaron la dramaturgia de sus representaciones. Por ejemplo, primero domesticaban a tres osos uno tras otro, antes de permitir que un caballo entrara en la arena, para variar, donde también era perseguido. Poco después seguía la carrera de toros. Después, los artistas entretenían con bailes y luchas, improvisaciones y trucos de magia. El clímax era un espectáculo de fuegos artificiales.
Tales veladas de entretenimiento se registran en innumerables variaciones. Incluso se lee sobre un caballo con un mono atado a su lomo y siendo perseguido. Ante tal oferta, el empresario teatral Shakespeare tuvo que idear algo extraordinario.
No solo se afirma, sino que es evidente, que el teatro actual ha perdido su antigua importancia. Y en el mar de los medios de comunicación, las artes escénicas suelen perderse. Netflix suele ser identificado como el principal enemigo, pero la crisis del teatro precede al servicio de streaming en varios años.
Si busca la caza del oso de nuestros días, la encontrará rápidamente en otro lugar. El deseo de presenciar sucesos sangrientos desde una distancia (casi) segura y la avidez por nuevos ataques, sin análisis, aún tienen adeptos hoy en día. En los teletipos de crisis en directo de "Spiegel Online", "Bild", "Zeit" y todos los demás periódicos dedicados a la curiosidad del público, se pueden ver impactos de cohetes en cuestión de minutos. En Ucrania y Rusia, en Israel, Irán y Gaza, se contabilizan los muertos y se transmiten de inmediato a la audiencia en línea para su información.
¿Pero eso te hace más inteligente, o al menos más sensible? Prefiero leer otra cosa: por ejemplo, "Troilo y Crésida".
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