Triatlón | El hombre con el plan

¡Bip, bip, bip! Tres pitidos salen de mi muñeca, así que levanto el brazo y miro mi reloj deportivo mientras sigo corriendo en esta calurosa tarde de domingo: "¡Demasiado rápido!", dice la pantalla. En lugar de 7:34 minutos por kilómetro, ahora corro a 7:10. Respiro hondo. Acabo de empezar a correr y ahora estoy bajando aún más la velocidad, con los limitadores de velocidad en la antigua franja fronteriza entre Wilhelmsruh y Märkisches Viertel. No quiero hacer nada mal; quiero brillar, porque: ¡ahora tengo un entrenador!

Mi transformación de oficinista a triatleta aficionado ha avanzado, aún más desde que conocí a Marcel Obersteller: un berlinés de 48 años, exatleta de élite, científico deportivo, entrenador personal y futuro médico alternativo, un entrenador con un enfoque holístico. Hace dos semanas, descubrí la página web motrng.de y le escribí diciéndole que quería completar el triatlón de Fehmarn en 65 días y que lo publicaría en el periódico "nd". "¡Me encantaría ayudarte, contáctame!", respondió, y en el segundo correo, destilaba tanto optimismo y buen humor que me conmovió. "¡Va a ser genial!", escribió.

Durante la primera llamada, no me preguntó sobre mis récords personales, sino sobre mi rutina diaria: cuándo tenía tiempo, cuánto podía entrenar de forma realista y qué me resultaba difícil. "¡Correr es lo peor!", respondí. "¡Vale!", dijo. "No veo ningún problema con la natación; también puedes con la bicicleta. Luego nos centraremos en correr. ¡Será genial!"

Desde entonces, sigo mi propio plan de entrenamiento, al igual que los 20 atletas que han contratado a Marcel como entrenador o planificador de temporada, pagando entre 99 y 399 € al mes, según el esfuerzo. Todos los domingos por la tarde, Marcel sube un plan a la aplicación: natación los martes, ciclismo los sábados y carrera los jueves y domingos. Además, dos sesiones extra, de las cuales completo al menos una; soy susceptible a los trucos psicológicos.

Hoy, simplemente puse en marcha el cronómetro desde la salida, y luego empezó mi programa de "6 km, con aumento gradual". Cuatro segmentos de 1,5 kilómetros, el último de los cuales debo completar a 6:19 minutos por kilómetro. No soy el más rápido, pero aun así existe el riesgo de excederse, como me dijo Marcel. "Con la mayoría de los principiantes, hay que bajar el ritmo", dice Marcel. "La mente suele querer más de lo que el cuerpo puede soportar". (Más información aquí ).

Al llegar al cementerio Rosenthal, mi reloj vuelve a sonar. El entrenamiento ha terminado. Reviso los datos: todas las secciones están dentro del ritmo especificado. Hay marcas verdes por todas partes. Marcel debería estar contento, yo sin duda lo estoy.

Camino hacia mi bici y siento la calidez y el cansancio en las piernas. Correr antes era una batalla: contra el tiempo, contra el bombeo de mis pulmones, contra la sensación de ir demasiado lento. Ahora correr es entrenamiento. Sistemático, inteligente, con objetivos. ¡Poco a poco estoy empezando a tener un plan!