Silencio para la libertad emocional: Por qué a veces es mejor esperar con la respuesta
Libertad emocional: cuando el silencio se convierte en tu aliado
Vivimos en el ritmo frenético del momento, y esto también ha cambiado nuestra forma de comunicarnos. Hoy en día, dejamos poco espacio para escuchar; procesamos la información en milisegundos, y lo más importante parece ser la respuesta . Mientras fingimos escuchar a nuestra contraparte, en realidad estamos ocupados preparando nuestra respuesta. Una respuesta, por cierto, que rara vez se dirige a la persona, sino que solo busca continuar nuestro propio discurso.
«El silencio es simplemente el marco o contexto que hace posible todo lo demás», afirma Pablo D'Ors en su «Biografía del Silencio». Para el escritor e investigador de este tema, es crucial que generemos momentos para calmar nuestra mente y observar los pensamientos que nos rondan la cabeza antes de expresarlos con palabras o acciones. Solo dándonos este espacio podemos reconocer qué nos mueve interiormente y, a partir de ahí, regularnos mejor en lugar de reaccionar.
Así lo explica la psicóloga integrativa Olga Albaladejo, para quien este pequeño margen de libertad constituye la libertad emocional y donde comienza el verdadero autocuidado. «Sabemos por la neurociencia que incluso unos minutos de silencio pueden reducir el estrés y promover la integración emocional. En la práctica, este silencio no es en absoluto pasividad, sino más bien presencia concentrada, una elección», añade, añadiendo que en su práctica ha observado que las personas que aprenden a tomarse un momento antes de responder encuentran claridad, serenidad y una forma más coherente de expresar sus sentimientos en esta pausa.
El experto señala que el silencio, cuando se usa conscientemente, puede protegernos, brindar claridad e incluso fortalecer nuestra conexión con los demás. Es especialmente útil cuando nos sentimos abrumados, cuando las palabras sobran o cuando necesitamos despejar la mente antes de actuar. Albaladejo explica que esto puede ser una herramienta poderosa después de una discusión, al final de un día estresante o durante una conversación difícil. «En estos casos, al hacer una pausa y respirar hondo antes de hablar, podemos salir del piloto automático y concentrarnos en lo que realmente queremos decir. Porque a veces no tenemos nada que decir, pero necesitamos espacio para determinar qué es importante y si realmente vale la pena decirlo».
Reconoce cuando el silencio habla más que las palabrasEn el ámbito laboral, esta puede ser una herramienta muy eficaz para evitar conflictos, especialmente en entornos exigentes donde es necesario saber cuándo guardar silencio para calmar una situación tensa. «En lugar de reaccionar movidos por la emoción o la urgencia, un momento de silencio nos permite reducir la intensidad y formular nuestros pensamientos con mayor claridad», explica la psicóloga, enfatizando que un buen líder no siempre tiene que tener la última palabra, pero reconoce cuándo el silencio es más poderoso que las palabras. «A veces, una breve pausa tras una pregunta o sugerencia invita a una reflexión más profunda y a encontrar el propio camino. Esta pausa puede ser más poderosa que cualquier discusión».
Para muchos, sin embargo, el silencio genera incomodidad, afirma el experto, porque nos confronta con lo que llevamos dentro. «Vivimos rodeados de estímulos, mensajes y urgencias, y cuando todo se detiene, afloran pensamientos y emociones que quizá hayamos reprimido. Además, en muchas culturas, el silencio se interpreta como frialdad, rechazo o debilidad, por eso nos apresuramos a llenarlo».
El silencio como forma de cuidado, no de castigoNos recuerda que el silencio no es vacío, sino otra forma de comunicación , y que aprender a manejarlo es señal de madurez emocional. «Al principio no es fácil, pero con la práctica se convierte en una de las herramientas más valiosas que tenemos para estar en el presente y tomar decisiones con calma». Es importante recordar que respetar la propia necesidad de silencio no significa ignorar a los demás, sino comunicarse desde la honestidad emocional. «Hay una gran diferencia entre el silencio como muestra de cariño y el silencio como castigo. Lo que más duele no es el silencio en sí, sino la falta de explicación».
Sugiere usar frases como: "Me faltan las palabras ahora mismo, pero estoy aquí" o "Necesito un momento para pensarlo antes de responderte". Esto no solo nos ayuda a ser fieles a nosotros mismos, sino que también evita que nuestra pareja se sienta rechazada. "Porque en las relaciones sanas, el silencio también puede ser un puente, sobre todo cuando no estás seguro de qué decir".
Acción considerada en lugar de ejercer presiónSi nos encontramos con alguien que decide guardar silencio y esta situación nos molesta, la experta aconseja no tomárnoslo como algo personal. «No todos procesamos las cosas al mismo ritmo y de la misma manera. A veces, la otra persona necesita silencio para organizar sus sentimientos o para poder hablar con más calma. En esos casos, simplemente estar ahí sin presionar es una forma de apoyo». En este sentido, sugiere frases como «Estoy aquí si quieres hablar», ya que son muy útiles para reducir la tensión y brindar un espacio seguro. «Porque lo opuesto al silencio no siempre es la palabra; a veces es estar ahí y mantener ese espacio sin exigir; también es una forma de cuidado».
Lo interesante es encontrar el equilibrio entre el silencio y la palabra. Según Olga Albaladejo, la clave está en la intención. «Hay silencio que conecta y silencio que divide. Y hay palabras que construyen, pero también palabras que hieren por exceso. Saber cuándo hablar y cuándo callar es una forma de sabiduría emocional que se adquiere con el tiempo, la experiencia y la escucha sincera».
Soportar el silencio es una verdadera grandeza.Nos recuerda que las relaciones más sanas, ya sean personales o profesionales, son aquellas que permiten conversaciones abiertas, pero también momentos en los que no es necesario decir nada. «Como dijo Maruja Mallo: 'Cada persona vale tanto como el silencio que puede soportar'. Y aprender a simplemente ser, sin huir, sin imponer palabras, sin ocultar la incomodidad, también es una forma profunda de crecimiento».
Este artículo apareció originalmente en Vogue.es .
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