El misterio del colapso maya: ocho sequías en 150 años aceleraron el declive de la gran civilización

Entre el 750 y 950 d.C., en las tierras bajas de Mesoamérica ocurrió uno de los sucesos arqueológicos más desconcertantes de la Historia: los mayas, que dominaban la región, casi de repente dejaron de construir monumentos. No solo eso: ciudades del sur, construidas de piedra caliza, fueron abandonadas. Esta gran civilización se desplazó hacia el norte, y perdió mucha de su influencia. Se han barajado muchas teorías sobre aquel colapso: cambio climático, sobreexplotación de los recursos, conflictos internos... Ahora estalagmitas de una cueva mexicana parecen arrojar luz al misterio, revelando ocho largas sequías que coinciden con el tiempo del colapso, alguna de ellas incluso llegando a durar más de una década. Las conclusiones del estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Cambridge, acaban de publicarse en la revista 'Science Advances'.
«Este período de la historia maya ha fascinado a los investigadores durante siglos», dice Daniel H. James, autor principal del trabajo que dirigió la investigación durante su doctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra de Cambridge. «Han surgido múltiples teorías sobre la causa del colapso, como cambios en las rutas comerciales, guerras o sequías severas, basadas en pruebas arqueológicas que dejaron los mayas. Pero en las últimas décadas hemos comenzado a aprender combinando los datos arqueológicos con evidencia climática cuantificable».
La hipótesis de que la falta de agua fue un factor determinante en el declive de los mayas al sur no es una teoría nueva. Ya a partir de los noventa, al cruzar registros climáticos con grabados de fechas en los templos se observaban pistas de que la debacle y las sequías podían estar relacionadas. La novedad ahora es que los investigadores han usando las huellas químicas contenidas en las estalagmitas de una cueva del norte de Yucatán, cerca del templo maya Chichén Itzá, para tener datos mucho más precisos de cómo estos periodos afectaron a la civilización maya.
Las estalagmitas se forman cuando el agua gotea del techo de una cueva, y los minerales que contiene ese líquido que cae se acumulan formando depósitos en el suelo. Mediante la datación y el análisis de las capas de isótopos de oxígeno dentro de la estalagmita, los investigadores extrajeron información muy detallada sobre el clima en el período Clásico Terminal, el nombre que se le da a este episodio de la historia maya. No era la primera vez que se miraban depósitos de agua: investigaciones anteriores ya habían medido los isótopos de oxígeno en lagos cercanos, pero estos sedimentos no contienen suficientes detalles para determinar con precisión las condiciones climáticas en un año determinado en un sitio específico.
También se habían realizado análisis previos de estalagmitas, pero hasta la fecha solo se habían conseguido conocer los datos de las precipitaciones medias anuales, no de periodos concretos dentro de ese año. «Conocer la precipitación media anual no revela tanto como saber cómo fue cada temporada de lluvias -señala James-. Si hubo sequía o no es lo que determina el éxito o el fracaso de los cultivos».
Así, según los nuevos análisis del equipo, concretamente entre los años 871 y 1021 de nuestra era hubo ocho sequías durante la estación húmeda que duraron al menos tres años. Sin embargo, la más larga según los registros duró 13. Un periodo tan extenso que, incluso con las técnicas de gestión del agua que poseían los mayas, habría tenido un gran impacto en la sociedad.

Al comparar estos datos con los registros de fechas escritas en jeroglíficos por los mayas, la información concuerda: la construcción de monumentos y la actividad política registrada en las inscripciones en varios sitios mayas, incluido el templo de Chichén Itzá, se detuvieron en diferentes momentos durante estos periodos de sequías señalados por el análisis de las estalagmitas. «Esto no significa necesariamente que los mayas abandonaran Chichén Itzá durante estas etapas; pero es probable que tuvieran cosas más inmediatas de las que preocuparse, como por ejemplo cuidar los cultivos de los que dependían», señala James.
Los investigadores dicen que las estalagmitas de esta y otras cuevas de la región podrían ser vitales para reconstruir el rompecabezas del período Clásico Terminal. «Además de lo que las estalagmitas pueden revelarnos, también podrían arrojar luz, por ejemplo, sobre la frecuencia y la severidad de las tormentas tropicales», señala el autor principal. «Como caso de estudio para realizar comparaciones detalladas entre datos climáticos e históricos, resulta emocionante poder aplicar métodos que suelen asociarse con el pasado más remoto a la historia relativamente reciente».
ABC.es