Polémica por la decisión del Gobierno de no financiar el proyecto argentino en Venecia

Un video compartido en Instagram por el colectivo Estrella del Oriente, compuesto por los artistas Ana Aldaburu, Juan Carlos Capurro, Mirta Gontad, María Negro, Pedro Roth y Daniel Santoro, puso al descubierto el disgusto de muchas personas de la comunidad artística en relación al anuncio que establece que el proyecto que resulte seleccionado para representar a la Argentina en la Bienal de Venecia del 2026 no recibirá ningún tipo de financiamiento por parte del Estado.

En conversación con Daniel Santoro, el artista explicó a Clarín: "Como grupo nos presentamos al concurso en cada edición, con proyectos elaborados que llevan mucho tiempo de armado. Cuando nos enteramos de que habían cambiado las reglas, decidimos salir a protestar, entendiendo que esta decisión deja a la gran mayoría de los artistas afuera y transforma una instancia abierta y democrática en algo que dependerá exclusivamente de quien cuente con el dinero. Después de compartir el video, muchos nos llamaron mostrando su enojo. Si bien no somos los únicos que nos expresamos, nuestro malestar despertó algo".
Al mismo tiempo, enfatizó el hecho de que siente que se terminó la era de la igualdad de oportunidades. "Es un planteo despiadado del neoliberalismo", aclaró. Sin embargo, esta decisión parece ir más allá, ya que muchos países que comparten políticas públicas similares con el actual Gobierno financian a la cultura y entienden los beneficios detrás de esa decisión. Por el contrario, aquí no parece haber un interés. La motosierra sigue prendida.
En verdad, la noticia se dio a conocer cuando la Secretaría de Cultura de la Nación, junto al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, a través de la Dirección de Asuntos Culturales, y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, lanzó el concurso abierto de anteproyectos en el mes de agosto, que cuenta con un jurado compuesto por Amalia Amoedo, presidenta de la Fundación Ama Amoedo; Sergio Baur, presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes; Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes; Tulio Andreussi, presidente del Fondo Nacional de las Artes; Rodrigo Moura, director artístico del Malba; Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación PROA y Eugenia Usellini, presidenta de la Fundación del Museo Castagnino.
Pero, y aquí está el núcleo del problema, aquel artista o colectivo que resulte ganador este año deberá asumir los gastos de los materiales, traslados internacionales, montaje y desmontaje, seguros, diseño e impresión del catálogo, viáticos y estadías, ya que el Gobierno ni siquiera contempla lo necesario para la inauguración o cualquier cosa que pueda surgir durante los seis meses de duración de la Bienal.
Para aquellos que no logran dimensionar, estas producciones, por su escala y complejidad, suelen hacerse tanto en la Argentina como en Italia y requieren de meses de producción. Esta decisión recuerda el desafortunado dicho de la excanciller Diana Mondino, cuando declaró que esperaba que el próximo envío fuera "más barato" al referirse en 2024 al proyecto de Luciana Lamothe, un claro acto de desprestigio.
Santoro consideró que es una decisión que se acerca más a la censura de la realidad artística, que se ve forzada a pasar por el tamiz de lo económico. "Llevó mucho tiempo llegar a esta instancia para que se dé marcha atrás. El Pabellón nacional debe ser un espacio de libertad absoluta", afirmó a Clarín y concluyó que quisiera saber cuál será la postura del jurado, teniendo en cuenta el lugar de prestigio que ocupan sus miembros. "No se puede esperar que manos privadas asuman toda la responsabilidad", concluyó.
La Bienal de Venecia es uno de los eventos más importantes de la agenda cultural desde que abrió sus puertas en 1895. Por su parte, la Argentina ha realizado envíos oficiales desde 1901, un dato que resulta de enorme relevancia. Desde entonces nos han representado artistas como Pio Collivadino, Marta Minujin, Luis Felipe Noé, David Lamelas, nuestros cuatro premiados —Antonio Berni en 1962, Julio Le Parc en 1966, La Chola Poblete en 2024 y el único León de oro argentino, León Ferrari en 2007—, además de Adrian Villar Rojas, que con apenas 31 años, llevó a cabo una ambiciosa propuesta bajo la curaduría de Rodrigo Alonso en 2011, que consolidó sus vínculos con el mundo del arte internacional.

Después de eso, en 2013, Argentina finalmente volvió a tener un pabellón propio dentro de las inmediaciones de la Bienal, después de años de alquilar locaciones externas. La artista seleccionada entonces fue Nicola Constantino con su trabajo “Rapsodia inconclusa”, pero fue opacada cuando el Gobierno decidió agregar tres videos institucionales que no contaban con su aprobación. A pesar de eso, el Pabellón argentino se ha lucido a lo largo de este tiempo con proyectos contundentes de Juan Carlos Distéfano, Claudia Fontes, Mariana Telleria, Mónica Heller y Luciana Lamothe, que por su complejidad necesitaron de financiamientos privados, más allá de lo que el Estado asignaba en cada edición.
Hasta ahí, las partes involucradas parecían ponerse de acuerdo en pos del reconocimiento que implica una oportunidad así, en especial por parte de los artistas que han hecho enormes esfuerzos para estar a la altura de las circunstancias.
Es por eso que llama tanto la atención que este año el Estado haya decidido dejar sin ningún tipo de financiamiento a un proyecto que permite que el mundo pueda conocer el talento artístico de nuestro país. Una acción sin precedente, que no hace más que reforzar la decisión de no apoyar a la cultura en general, sino más bien avalar su precarización frente a la ya conocida muletilla de "no hay plata".
El problema es que tampoco parece haber un plan B, donde, por ejemplo, la Secretaría de Cultura proponga una lista de empresas o agentes privados con los que el ganador pueda ponerse en contacto para acercar el proyecto o una instancia similar a la de la Ley de Mecenazgo.
Lo único que establecen es que el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto pagará dos pasajes aéreos, "a fin de realizar el control del montaje de la obra", la cobertura del monto total de las expensas anuales que correspondan al Pabellón Argentino, ya que el acuerdo firmado sigue vigente, y los gastos de seguridad y limpieza.
Por último, aclaran que la Secretaría de Cultura y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional “brindarán la asistencia técnica, administrativa y de gestión en cuanto a los fondos percibidos para el financiamiento del proyecto ganador. Así mismo, gestionará acciones de promoción en redes y plataformas". Gracias, pero no gracias.

Esta decisión debería verse como una oportunidad para recordar que la cultura es un pilar fundamental en la construcción de la identidad nacional, así como una herramienta para educar y comunicar. Teniendo en cuenta que la temática general de la Bienal, "En clave menor", propuesta por la curadora Koyo Kouoh, que lamentablemente falleció en mayo de este año, era crear espacios de silenciosa resistencia a través del arte contemporáneo, deberíamos hacer lo mismo.
Clarin