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Procura llevar cartas

Procura llevar cartas

Falsear la realidad es ya tan habitual que se podría decir que estamos en la era de la apariencia.

Engordar un currículum es como meter barriga para sacarte la foto. En realidad solo te engañas a ti mismo y, cuando ya no puedes aguantar la respiración, más que vergüenza produces lástima. Es un pequeño pecado de vanidad que tiene un corto recorrido pero que, por otra parte, no produce grandes daños en el mobiliario.

Muchos de los que se han sumado a la partida de caza de Noelia Núñez por haberse inventado sus conocimientos tienen poca legitimidad para hacerlo. Por ejemplo, José Zaragoza, un señor que lleva cuarenta años viviendo de la política sin ninguna titulación y que se dedica a cortar y pegar cada mañana las consignas salidas del horno del partido, se lanzaba sin pudor contra Noelia por querer hacer lo mismo que él y el Pequeño Nicolás. Es decir, no vivir para la política sino vivir de la política.

No importa tanto que a Noelia le afeen la conducta, que lo tiene merecido, sino la desproporción y sobre todo la doble vara de medir que se aplica. Esa sensación que nos impulsa a ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio. Lo de falsear la realidad empieza a ser algo tan habitual que es ya parte de esa cultura de la apariencia a la que nos hemos abonado. Solo hay que echar un vistazo a las redes para comprobarlo.

Una de las cosas que más llamaba la atención a cualquiera de los que desembarcaba en Twitter hace diez años era la cantidad de perfiles de gente joven y de enorme atractivo que se presentaba como ingeniero/a aeroespacial, catedrático/a en física cuántica o cualquier otra formación epatante. Casi todos tenían alrededor de 20.000 seguidores, pero cuando buceabas para ver a quiénes seguían estos portentos resulta que aparecían en los primeros lugares personajes del calibre de Juan Carlos Monedero. Y en ese momento la sensación de desasosiego era inevitable, como cuando María sintió el flechazo en Tinder por aquel empresario interesante que en la foto emergía de las sombras y cuando por fin te reúnes con él resulta que es el frutero del barrio.

Cualquiera que haya desembarcado por Tik-Tok podrá ver a jóvenes que pontifican sobre el cambio climático como si fueran Carl Sagan, con cuatro datos recogidos previamente de ChapGPT. Alguien que se presentaba como abogado gallego, pero que resultó ser militante socialista, proponía a raíz de lo de Noelia que se pudiera incluir en el código penal un delito por mentir en el currículum de un cargo público.

¡A buenas horas! Que no digo que no, pero puestos a tocar el código penal igual hay otras prioridades, como recuperar el delito de sedición y volver a castigar como se merece la corrupción, empezando por la malversación. Y puestos a penalizar, por qué no castigar ya la mentira en general. La mentira y esos cambios de opinión, que son también mentira con tirabuzón.

A Noelia y a tantos otros habría que explicarles que lo de no haber acabado los estudios ni tener un título universitario no es una condición incapacitante. Lo que sí es incapacitante es querer pasar por lo que no eres. Se puede tener talento y no tener un título. Bill Gates abandonó Harvard y Steve Jobs dejó el Reed College, ambos casi sin pisar las aulas, porque tenían enormes proyectos en su horizonte, que requerían esfuerzo. Lo mismo hicieron Michael Dell, Mark Zuckerberg, Anna Wintour o, en España, Amancio Ortega.

¿Cuál es la diferencia entre estos y, por ejemplo, Patxi López, Miguel Iceta o ahora Noelia Núñez, que también abandonaron sus estudios? Que estos últimos lo hicieron para dedicarse a la política, entendida como un atajo. El arte de servirse de las personas haciéndolas creer que se les sirve a ellas. Steve Jobs en su discurso en Stanford en 2005 dijo aquello de "no pierdas el hambre, no pierdas la curiosidad". No recuerdo que dijera nada del currículum. Les recomiendo que este verano quien no sepa aprenda a jugar al mus. En la última partida, mi amigo José dijo que el sueldo de un político debiera ser el mismo que el último que tuvo en su actividad privada, con unos límites. Y mi amigo Ángel replicó, "de acuerdo, pero si vas a echar un órdago, procura llevar cartas".

Iñaki Garay. Director adjunto de Expansión

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