Crisis de la deuda griega: diez años después del referéndum de austeridad, la población sigue traumatizada

Katerina Grapsa, comerciante del centro de Atenas, recuerda bien "aquel verano de 2015, el de todos los peligros". Donde casi lo perdió todo, como muchos griegos. El 27 de junio, esta sexagenaria se despertó y se enteró de que el primer ministro de izquierdas (Syriza), Alexis Tsipras, elegido unos meses antes, en enero, había anunciado, a la 1:20 a. m., la celebración de un referéndum el 5 de julio para rechazar el tercer plan de austeridad desde el inicio de la crisis de la deuda en 2010, que la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Comisión Europea) quiere imponer.
Al día siguiente, 28 de junio, después de que el Eurogrupo (que reúne a los ministros de finanzas de la eurozona) se hubiera negado el día anterior a prorrogar el acuerdo de préstamo al país, y mientras la fuga de capitales se aceleraba, el jefe del gobierno griego anunció controles de capital y el cierre temporal de los bancos griegos hasta el día después de la votación . Los griegos ahora solo podían retirar 60 euros al día; las empresas ya no podían pagar a sus empleados ni proveedores. Grecia se encontraba en un punto muerto.
«En las colas de los cajeros automáticos, nos reíamos de esta situación absurda, pero en el fondo, temíamos descubrir una nueva catástrofe, que nuestro país dejaría de formar parte de la eurozona», comenta la Sra. Grapsa.
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Le Monde