¡El 5 de junio los diputados votan a favor de derogar la reforma de las pensiones!

Publicado el
Mientras el cónclave sobre la reforma de las pensiones todavía está en curso, un grupo parlamentario propone una resolución para derogarla.
Este artículo es un artículo de opinión, escrito por un autor externo al periódico y cuyo punto de vista no refleja las opiniones del personal editorial.
El 5 de junio, la Asamblea Nacional votará la propuesta de resolución de nuestro grupo para derogar la reforma de las pensiones impuesta en 2023. Esta votación no solo afectará a una medida social cuestionada: representa un acto de reparación democrática que demostrará la capacidad de nuestra Asamblea para hacerse oír tras dos años de marginación.
Desde su inicio, esta reforma se distinguió por una brutalidad sin precedentes, tanto en su implementación como en su contenido. Aumentar la edad legal de jubilación de 62 a 64 años , acelerar la transición a 43 años de cotizaciones a partir de 2027 en lugar de 2035 y aplicar inmediatamente estos cambios a la generación nacida en 1961: nunca una reforma de las pensiones ha sido tan injusta. Una injusticia que provocó una movilización de escala excepcional en todo el país.
A pesar de esta oposición masiva, esta reforma fue impuesta sin votación en la Asamblea Nacional. Violencia democrática para impedir el voto claro y directo de los diputados.
Una reforma impuesta sin votaciónLa utilización de los artículos 47-1 y 49-3, la obstrucción de propuestas alternativas y de nuestra moción de referéndum: se han utilizado todas las maniobras parlamentarias y constitucionales para confiscar el debate democrático. Incluso nuestros intentos de celebrar un referéndum de iniciativa compartida fueron rechazados por el Consejo Constitucional, a pesar del amplio apoyo, incluso entre los expertos constitucionales.
Varios grupos presentaron luego proyectos de ley de derogación en sus respectivos nichos parlamentarios para dar voz a la representación nacional. Todas estas iniciativas se vieron impedidas de concretarse, ya sea por artificios de admisibilidad o por maniobras obstruccionistas orquestadas por el ejecutivo y su minoría parlamentaria.
Así, en ningún momento, antes de la promulgación de la ley ni desde su puesta en vigor, los representantes del pueblo estuvieron autorizados a ejercer plenamente su derecho a deliberar sobre esta reforma.
Sin embargo, sus primeros efectos confirman las advertencias que habíamos lanzado durante los debates: cada vez hay más personas que se jubilan con una reducción, sin llegar a la tasa completa. El número de salidas sin una carrera completa casi se ha duplicado. Entre las personas de 60 a 64 años que todavía trabajan, más del 40% lo hacen a tiempo parcial, el 29% son microempresarios y el 15% combinan empleo y jubilación. Son las formas más precarias de empleo las que están aumentando.
La reforma agrava la precariedad de las situaciones de final de carrera y acelera el desgaste profesional. Afecta a los trabajadores más vulnerables que ya han sufrido el endurecimiento de las normas sobre prestaciones por desempleo, la inflación de los precios de la energía y la erosión de los servicios públicos. Acentúa las desigualdades.
Permitir que esta reforma continúe equivaldría a hacer la vista gorda ante sus consecuencias sociales ya visibles y abandonar a los trabajadores a caminos cada vez más inciertos.
El gobierno intentó engañar a la opinión pública al iniciar, a principios de 2025, un "cónclave" que reuniría a sindicatos y empresarios , supuestamente en una "hoja en blanco" , prometiendo un diálogo "sin tótem ni tabú" . Pero, desde los primeros debates, el gobierno mostró sus límites: discursos de "economía de guerra" , exhortaciones a trabajar más y rechazo inmediato a cualquier hipótesis de retorno a los 62 años. El propio Primer Ministro resolvió el debate antes de que tuviera lugar.
El momento de la verdadFrente a esta farsa de la socialdemocracia, la Asamblea Nacional no puede seguir siendo un espectador y debe recuperar su voz, su derecho fundamental a deliberar, su soberanía. La resolución propuesta, que se debatirá el 5 de junio, es ahora la única herramienta plenamente disponible para que los diputados decidan sobre el contenido de esta reforma.
Al no poder ser modificada ni desestimada por un artificio procesal ni sujeta al artículo 40, esta propuesta de resolución permitirá un voto claro de los diputados sobre una cuestión esencial: ¿queremos, sí o no, revertir una reforma rechazada por una mayoría de nuestros conciudadanos e impuesta sin consentimiento?
El 5 de junio llegará por fin el momento de la verdad que hasta ahora se ha impedido en nuestra Cámara. En un momento en el que dos de cada tres franceses y tres de cada cuatro asalariados desean que se abandone esta reforma, todos los diputados que se opusieron a ella podrán finalmente, sin pretensiones, votar por su derogación, de conformidad con el mandato que les dieron sus electores.
Una votación de la representación nacional que será por tanto mayoritaria y tendrá una gran trascendencia política. Permitirá a nuestra Asamblea recuperar su propia soberanía, pero sobre todo dejará claro que nuestra Asamblea exige la derogación de la ley de pensiones. Un gobierno que respete nuestras instituciones no podrá ignorar el significado de esta elección.
El 5 de junio, los diputados opuestos a la reforma de las pensiones podrán afirmar colectivamente que el Parlamento no será el escenario de una apariencia de democracia, como el "cónclave" lo fue de una consulta simulada.
El 5 de junio, los diputados que quieren que se derogue la ley de pensiones podrán manifestar claramente a través de esta votación que es necesaria, justa y esperada.
Por Stéphane Peu y Emeline K/Bidi
Le Nouvel Observateur