En Decathlon, la virtud es el lema del juego… y la búsqueda de beneficios sin límites

Un día, un trabajador temporal murió tras un accidente con una carretilla elevadora en el sótano de una de sus tiendas parisinas. Otra es el pago de 1.000 millones de euros en dividendos a sus accionistas de la Asociación de la Familia Mulliez (AFM) , justo cuando se han anunciado más de 2.000 supresiones de empleos en Auchan. Una mañana, "Disclose" revela que en Bangladesh la multinacional selecciona a los subcontratistas que pagan los salarios más bajos : 87 euros al mes por sesenta horas de trabajo a la semana. Una noche, "Cash Investigation" revela que otro proveedor de servicios chino está acusado de utilizar mano de obra uigur forzada. Cuando el nombre Decathlon aparece en portada, es más por sus vicisitudes que por sus virtudes...
En la fachada de la multinacional francesa, que ha florecido año tras año hasta el punto de aparecer hoy como el máximo campeón del imperio Mulliez , no faltan grietas ni manchas. Pero es dentro, a través del planeta, de un extremo a otro de la cadena, de arriba a abajo en la escala jerárquica, que ocho investigadores en sociología y ciencia política nos llevan en un trabajo cautivador que se publicará el 14 de mayo.
Fruto de una investigación de cuatro años en Francia, México, Túnez, Senegal y España, basada en más de 220 entrevistas –sin contar los debates informales durante las observaciones participantes–, el libro es colectivo en pleno sentido: «Cada uno hizo un poco de todo, un poco de todas partes, en la medida de sus posibilidades, de sus deseos y de sus capacidades», describen los autores en un epílogo dedicado a su investigación.
Decathlon, ¿beneficio total? Pero no, en la imaginación alimentada por el antiguo trasfondo social católico de los grandes empresarios del norte de Francia, revisado y profesionalizado con la aparición, desde los años 2000, de las políticas de responsabilidad social corporativa (RSC), sería más bien: todos al servicio del planeta, todos a la inclusión y al interés general... He aquí, pues, una «empresa ciudadana» que reivindica el título de «persona moral plena que subordina su estrategia de beneficios a objetivos relacionados con el bien común».
Los comunicadores podrán alquilar el embalaje y repintar la caja de color verde; los burladores, burlaos de este cine o barrid este polvo de los ojos. En su monografía política sobre Decathlon, los autores se toman esto en serio.
L'Humanité