¿Cuál esperas que sea el nivel de congelación a 5.000 metros…? El llamamiento de Ligabue contra la crisis climática


Ligabue ilumina el Campovolo en el concierto-evento (foto Artioli)
Algo está cambiando. Por fin, el mundo del arte y la música empieza a alzar la voz sobre la crisis climática . En una época en la que el silencio o la trivialización parecen ser la respuesta más común, se necesitaba alguien que, desde el escenario, rompiera este letargo. Y Luciano Ligabue lo hizo . Durante su concierto en Campovolo , hace unos días, Ligabue ofreció al público algo que va más allá de la música . Subió al escenario una reflexión lúcida, incómoda y necesaria . Un arrebato, casi un llamamiento cívico, que transformó el escenario en una plaza. Y usó palabras sencillas y directas, imposibles de ignorar: «Nos siguen diciendo que nada ha cambiado. Que siempre ha hecho calor en verano. Que afrontar el problema climático es un lujo que no nos podemos permitir».
La queja de LigabueLo que Ligabue hace no es solo una denuncia, es una postura. Una postura que la música, durante demasiado tiempo, ha dejado de lado, como si el arte debiera permanecer neutral ante la evidencia . Pero el arte nunca es neutral. Es una expresión del tiempo en que vivimos, y hoy este tiempo nos habla de un clima descontrolado, de un equilibrio que se rompe, de una ceguera colectiva que corre el riesgo de arrastrarnos al abismo.
Ligabue continúa, con la voz de quien ya no acepta la indiferencia: “¿Qué quieren que sea la sequía en Cerdeña o Sicilia? ¿ Qué quieren que sean las inundaciones, las marejadas? ¿Qué quieren que sea toda esa gente que lo perdió todo y luego se quedó sola?”. La fuerza de estas palabras reside en su apego a la realidad. Impactan precisamente por eso: por su desarmante cotidianidad. Porque sí, esto es exactamente lo que nos repiten a diario para no actuar, para no cambiar de verdad, para no asumir la responsabilidad. Y, sin embargo, como nos recuerda Ligabue, incluso quienes toman decisiones globales deberían tener la vista puesta en el futuro. Deberían sentir el peso de lo que dejan como legado. Y luego pregunta, casi con amargura: “Estas personas aquí —los líderes del mundo— también tendrán hijos o nietos ”.
El nivel de congelación a 5.000 metrosEs una pregunta tan simple como devastadora. Porque si realmente pensaran en ello, si realmente se detuvieran un momento a mirar hacia adelante, tal vez no seguirían encogiéndose de hombros, inclinándose ante la única lógica del beneficio inmediato . Pero el clima, el medio ambiente, el destino del planeta —se dice— pueden esperar . El mercado es lo primero. Solo que este ya no es el caso. El tiempo de espera ha terminado. La crisis climática no es una hipótesis, ya está aquí. Y los datos de estos días lo demuestran: el próximo sábado, según las previsiones, el nivel de congelación —es decir, la altitud a la que la temperatura baja a cero grados— superará los 5.000 metros. Esto significa que incluso los picos más altos de los Alpes estarán por encima de cero, a mediados de junio. Esta es una anomalía muy grave, una condición que alguna vez ocurrió quizás en agosto, pero nunca tan temprano. El aire cálido traído por el anticiclón subtropical africano ascenderá hasta el arco alpino. De hecho, todas las montañas italianas estarán cálidas. El derretimiento de los glaciares se acelerará, las condiciones climáticas se volverán inestables y el riesgo de eventos extremos será muy alto.
"¿Qué quieres que sea?"En este contexto, seguir negando, minimizando o posponiendo cualquier intervención estructural no solo es irresponsable, sino simplemente una locura. Es una responsabilidad histórica incumplida. Y sí, hoy más que nunca necesitamos también la música —la que llega a todos, la que llega donde la política a menudo no llega— para arriesgarnos a decir algo. Para abrirnos los ojos. Porque, como canta Ligabue en «Cosa vuoi che sia»: «Los ojos hacen lo que pueden, todo lo que no ven es porque no quieres verlo».
El problema no es solo la invisibilidad de la crisis climática, sino la negativa voluntaria a afrontarla. Una forma de complicidad silenciosa que permite que todo siga como si nada. Al escucharla, la pieza parece escrita para narrar esta triste realidad, con una ironía amarga, casi cínica: "¿Qué quieres que sea? Todo pasa, solo un poco de tiempo y te reirás. ¿Qué quieres que sea? Simplemente estás en ello, pagas tu factura y te encargas tú mismo".
En estas palabras se encuentra toda la soledad de los ciudadanos, de quienes reciben el mensaje: arreglárselas. Y mientras tanto, el mundo sigue girando, ciego, sordo, distraído. Pero hoy ya no podemos permitírnoslo. Ya no podemos esperar a que "alguien" se encargue de ello. Ha llegado el momento de actuar. De cuestionar hábitos, prioridades, modelos de consumo. De cambiar. Incluso con pequeños gestos. La reacción que cada uno de nosotros elija hoy marcará la diferencia para el mañana.
Luce