Por eso atacan a Francesca Albanese: la ley contra el poder imperial

La picota contra el relator de la ONU
Contraponiendo los derechos humanos a la ley del más fuerte: el mandato de Francesca en Palestina es de suma importancia. Dado que es imposible refutar sus acusaciones, estas la denigran como persona.

Los ataques contra Francesca Albanese, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en el territorio palestino ocupado, plantean cuestiones cruciales sobre el sistema internacional de derechos humanos y el papel de las instituciones multilaterales que promueven funciones como la suya en el marco de las Naciones Unidas.
Cómo nació el mandato especial de la ONU para Palestina.El mandato para los Territorios Palestinos fue establecido en 1993 por la Comisión de Derechos Humanos (posteriormente el Consejo), con el objetivo de monitorear, informar y analizar la situación en los Territorios Palestinos ocupados por Israel —Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, y la Franja de Gaza— desde 1967. El mandato se distingue por su enfoque en la conducta de la potencia ocupante, de conformidad con el derecho internacional humanitario y los Convenios de Ginebra , y se centra en las responsabilidades del Estado ocupante, bajo las normas del jus in bello y el jus ad bellum. Este mandato se enmarca en los Procedimientos Especiales de las Naciones Unidas, un instrumento fundamental para la protección de los derechos humanos. Los expertos independientes dentro de los Procedimientos Especiales realizan visitas a los países, investigan casos o violaciones sistémicas, envían comunicaciones oficiales a los Estados, realizan estudios temáticos, consultan con expertos y promueven las normas internacionales. También participan en la promoción, la concienciación pública y la cooperación técnica, e informan anualmente al Consejo de Derechos Humanos y a la Asamblea General de la ONU. En contextos de crisis, a menudo representan el único mecanismo de alerta disponible a nivel internacional.
Como Relatora Especial, Francesca Albanese no representa diplomáticamente a la ONU ni actúa en nombre de ningún Estado: es una experta independiente designada por el Consejo de Derechos Humanos. Su trabajo se basa en fuentes documentadas, misiones sobre el terreno (cuando se permiten), entrevistas con testigos, análisis jurídicos y comparación con los estándares internacionales. Ha descrito la ocupación israelí como una forma de apartheid y ha documentado sistemáticamente incidentes de violencia, expropiación, detención arbitraria y represión de la sociedad civil palestina. Sus conclusiones son consistentes con los informes de la ONU y de organizaciones internacionales de derechos humanos. Esta misma consistencia hace que el intento de deslegitimar su trabajo sea grave: atacar personalmente a la relatora, en lugar de abordar el contenido de su mandato, socava el principio mismo de la rendición de cuentas internacional, debilitando un sistema ya de por sí en crisis, en el que el derecho a menudo se subordina a la lógica de la fuerza.
Una génesis simbólica. El primer mandato especial contra el apartheid en Sudáfrica.El primer mandato especial de las Naciones Unidas se estableció contra el apartheid en Sudáfrica: una forma institucionalizada de discriminación racial que muchas potencias occidentales habían ignorado por razones económicas y geopolíticas. Ese mandato representó un acto pionero, en el que el derecho internacional intentó imponerse contra la realpolitik. Hoy, el mandato para Palestina sigue esa misma trayectoria: aborda una realidad de ocupación militar prolongada y violaciones a gran escala, como lo documentan numerosos informes y resoluciones . Fue una decisión sin precedentes: por primera vez, un organismo internacional estableció un mecanismo permanente para monitorear e informar sobre violaciones sistémicas, dirigidas a un solo Estado. En un contexto en el que muchas potencias se habían negado a condenar el apartheid sudafricano, el mandato representó un gesto revolucionario: el derecho internacional se colocó por encima de los intereses políticos, asumiendo la tarea de denunciar la injusticia estructural incluso a costa del conflicto con aquellos en el poder. Con el paso de los años, esta presión contribuyó al aislamiento político del régimen sudafricano y a la legitimidad de su oposición.
El derecho internacional en la era “neoimperial”.Hoy, sin embargo, el contexto global ha empeorado. Estamos experimentando un retorno a la lógica imperial: el poder geopolítico, las alianzas militares y los intereses económicos prevalecen sobre las normas del derecho internacional. Las instituciones multilaterales están siendo despojadas de poder o sometidas al más fuerte. Los relatores especiales se están convirtiendo en blancos: obstaculizados, desacreditados, ignorados. Atacar a Albanese significa no solo cuestionar sus palabras, sino deslegitimar toda la arquitectura de la responsabilidad internacional. El debate legal está siendo reemplazado por el conflicto ideológico, socavando una de las últimas herramientas restantes para denunciar injusticias sistémicas donde los Estados son inertes o cómplices. La historia reciente está llena de casos similares. Agnes Callamard, ahora Secretaria General de Amnistía Internacional, fue atacada por su investigación sobre el asesinato de Jamal Khashoggi. Nils Melzer , el relator sobre la tortura, fue criticado por sus denuncias del trato a Julian Assange. Philip Alston fue acusado de parcialidad por sus informes sobre la pobreza extrema en los Estados Unidos. En todos estos casos, el precio de la independencia fue alto, pero necesario.
Richard Falk, jurista y profesor emérito de Princeton, fue Relator Especial de la ONU de 2008 a 2014. Denunció el bloqueo de Gaza (2008) , la Operación Plomo Fundido (2009), las prácticas del apartheid (2010) y la limpieza étnica en Jerusalén Oriental (2011). En 2012, pidió una investigación de la Corte Internacional de Justicia sobre el trato a los prisioneros palestinos y acusó a las multinacionales de complicidad en la expansión de los asentamientos. Sus denuncias fueron atacadas, pero nunca refutadas en cuanto al fondo. Su trabajo sentó las bases para el mandato actual de Albanese. Defender el papel de Francesca Albanese hoy significa defender la posibilidad de que el derecho internacional aún tenga voz en un mundo donde prevalece la ley del más fuerte. Cuando los Estados fallan, los relatores independientes a menudo siguen siendo el único mecanismo para llamar a las cosas por su nombre. Proteger a los Relatores Especiales, a las Naciones Unidas y a Francesca Albanese significa defender los principios de legalidad, justicia y humanidad a nivel global.
*Foro para cambiar el orden de las cosas
l'Unità