De las fundaciones de investigación privadas: el arma extra para conquistar el futuro

Miles de patentes. Y luego los cerebros que finalmente regresan, startups nacidas en el seno de las empresas y ya activas en el mercado, descubrimientos capaces de vencer enfermedades y dar esperanza. En una Italia sistemáticamente rezagada en los rankings mundiales de innovación e investigación, existe en realidad un pequeño-gran oasis virtuoso, representado por las fundaciones de investigación privadas, no gestionadas directamente por el Ministerio de Universidades e Investigación, reunidas en un evento ad hoc en Trento. Entre estructuras históricas (Airc fundada en 1965, Telethon en 1990), otras ya consolidadas (Iit fundada en 2003, Bruno Kessler en 2007) y “nuevas entradas” (Human Technopole está operativa desde 2019), se trata de entidades capaces de representar un potente motor en términos de innovación y transferencia tecnológica, como lo demuestran, por ejemplo, los laboratorios conjuntos iniciados por el Instituto Italiano de Tecnología, que gracias a este esquema ya ha visto el desarrollo de numerosas empresas emergentes. «Nuestro modelo – explica el CEO y director científico del IIT Giorgio Metta – ha demostrado ser eficaz a la hora de combinar la investigación básica con la transferencia de tecnología, uno de los pilares de nuestra misión estatutaria. Prueba de ello son las 38 startups nacidas del IIT y más de 1.300 títulos de patentes activos, además de más de 900 contratos de colaboración comercial”.
Entre las cuestiones clave del sistema, especialmente en el área médica, está la capacidad de transferir concretamente los resultados de la investigación al terreno, encontrando un equilibrio virtuoso entre el interés colectivo y los beneficios corporativos. «Si la investigación no sale del laboratorio y se convierte en un producto – explica Francesca Pasinelli, miembro del consejo de la Fundación Teletón – el paciente no se beneficia, mientras que para nosotros el objetivo es transformar la innovación en terapia. Por eso elegimos la vía de las licencias, que por un lado permite a los productores contar con retornos predecibles y, por otro, nos permite controlar la evolución posterior. Entre los objetivos de estas fundaciones también se encuentra conectar con los jóvenes, ofreciéndoles trayectorias profesionales interesantes para revertir la fuga de talento al extranjero y apoyando iniciativas hacia nuevas actividades.
«Al problema demográfico general - explica el presidente de la Fundación Bruno Kessler, Ferruccio Resta - se suma el de las empresas, su natalidad en descenso, que es necesario contrarrestar. Y tenemos que hacerlo con nuevas lógicas, no con las clásicas métricas de los bancos. Estamos intentando hacer eso, por ejemplo con el programa Proof of Concept, queremos apostar por los jóvenes y su energía. Los recursos invertidos aquí son sin duda más productivos que los que nuestro sistema público y privado destina a empresas en quiebra. «Gracias a las oportunidades que ofrece nuestra estructura —explica Gianmario Verona, presidente de la Fundación Human Technopole—, el 40 % de nuestros investigadores han regresado tras experiencias en el extranjero, gracias a nuestra flexibilidad de contratación, que nos permite convertir el retorno en un incentivo. Además de las patentes y publicaciones, diría que este también es un elemento de importante impacto en el sistema nacional, que también puede contar con nuestras instalaciones de vanguardia, a disposición de otros investigadores para sus proyectos». El papel de Airc es crucial en el campo de la investigación del cáncer, gracias a los fondos recaudados cada año es capaz de financiar cientos de proyectos, apoyando e incentivando el trabajo de jóvenes investigadores. «Gracias a la ayuda concreta de 4,5 millones de colaboradores, desarrollamos el 70 % de la investigación oncológica independiente en Italia —explica Daniele Finocchiaro, director general de Airc—. Y, al observar las cifras, parece que la sensibilidad ciudadana hacia la investigación es superior a la de las instituciones: somos la primera organización benéfica de Europa, pero, en cierto sentido, esta primacía también supone un fallo a nivel del sistema, que sin duda podría hacer más en este ámbito».
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