Primeras pruebas de la NASA del supersónico X-59. A partir del descendiente del Concorde, el tiempo de lanzamiento se reduce a la mitad y el cohete produce una explosión silenciosa.

Desayuno en Nueva York, brunch o almuerzo en Europa. Hace un par de días comenzaron las pruebas de rodaje del X-59, el avión supersónico al que sus creadores han apodado el "hijo del Concorde" y que promete reducir a la mitad los tiempos de vuelo en rutas transatlánticas.
El rodaje es un paso crucial hacia el despegue. De hecho, es la primera vez que una nave espacial se desplaza de forma autónoma utilizando su propia propulsión. Las pruebas de rodaje en tierra se realizan inicialmente a velocidades moderadas, que luego aumentan gradualmente hasta alcanzar casi la velocidad de despegue. Esta serie de pruebas, según un comunicado de prensa de la propia agencia espacial, se completará en las próximas semanas. Aún se desconoce cuándo podría ocurrir esto, y no se ha hecho ninguna predicción específica sobre el tiempo necesario para alcanzar el siguiente paso, crucial: el despegue. No obstante, la NASA espera realizar el vuelo inaugural este mismo año.
Las pruebas de Palmdale, CaliforniaLa prueba se llevó a cabo en la Planta 42 de la Fuerza Aérea de EE. UU. en Palmdale, California, por el piloto de pruebas de la NASA Nils Larson y personal de la agencia y el contratista Lockheed Martin.

Con 30 metros de largo y 9 de ancho, la tecnología supersónica promete reducir a la mitad, o casi, los tiempos de vuelo transatlántico, conectando Nueva York con Londres, según la propia NASA, en tres horas y media. Y, sobre todo, promete hacerlo eliminando lo que resultó ser el defecto más inconveniente del Concorde (y de los potenciales competidores supersónicos de su generación, empezando por el soviético Tupolev 144). Ni el consumo de combustible, ni los costes, ni las emisiones contaminantes, ni siquiera el accidente que marcó el fin de la primera era supersónica del transporte de pasajeros en el año 2000. La verdadera desventaja de los vuelos más allá de la barrera del sonido es el ruido que produce el avión al cruzar esa barrera, el infame estallido. Prohibido durante más de 50 años sobre tierra, en Estados Unidos y en muchos otros países, el vuelo supersónico solo era posible sobre mares y océanos, cortando literalmente las alas de aeronaves capaces de volar al doble de velocidad que un 787 o un A-350 estándar. Al menos hasta junio pasado, cuando Donald Trump levantó la prohibición, al menos para Estados Unidos.
El proyecto QueSSTEl nuevo X-59 –y el proyecto QueSST de la NASA del que nace– pretende eliminar o minimizar el infame “bang”, con un perfil aerodinámico que promete ser capaz de reducir ese ruido, que, cabe recordarlo, perdura durante todo el tiempo en el que un vehículo se desplaza a velocidades superiores a Mach 1 (en torno a 1.236 kilómetros por hora en tierra, pero que disminuye ligeramente con la bajada de temperatura y presión atmosférica, y por tanto con el aumento de altitud).

El perfil aerodinámico único del vehículo, diseñado para evitar que las ondas de choque se fusionen y produzcan un golpe moderado, se probó en varias etapas en túneles de viento entre el Centro de Investigación Glenn de la NASA en Cleveland y una instalación dedicada y diseñada para vuelos supersónicos en las instalaciones de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) en Chofu, este de Japón.
La obertura rivalEl X59 es un vehículo conceptual; no configura, sino que, como mucho, prefigura, un posible futuro supersónico para el transporte de pasajeros. Capaz de volar a Mach 1,4, o 1,4 veces más rápido que la velocidad del sonido, no es la única propuesta en esta dirección. Boom Supersonic está desarrollando Overture, diseñado para viajar a unos 2100 kilómetros por hora (Mach 1,7) con capacidad para 64-80 pasajeros en clase ejecutiva. Diseñado con tecnología "Boomless Cruise", que refracta las ondas de choque de vuelta a la atmósfera a velocidades y altitudes controladas, debería permitir el vuelo en rutas terrestres independientemente de las regulaciones de los booms.
repubblica