¿Qué traen las malas noticias?

Lo único bueno de las malas noticias es que obligan a una adaptación y a generar oportunidades nuevas.
La pobreza siempre es una mala noticia y la desaparición del Coneval, organismo que analizaba y medía los indicadores de ésta, es una de las noticias más preocupantes del mar de modificaciones que nos han traído los periodos legislativos del último año.
El lado brillante de la mala noticia es que un grupo de organizaciones dejaron de lado las quejas políticas, se arremangaron y crearon un “Consorcio por la medición y la evidencia”.
Un grupo de organizaciones dedicadas a hacer mediciones y acercamientos en distintos ámbitos sobre el tema de la pobreza puso a disposición del Inegi la labor y la observancia en esa materia.
Esto después de que en las últimas semanas de junio ambas cámaras del Congreso aprobaron las reformas que eliminan al Coneval y trasladan sus funciones al Inegi. El argumento fue una reestructura institucional, que está enfocada en la austeridad y en evitar la duplicidad de funciones.
Las organizaciones reconocieron la labor y la independencia del Inegi pero decidieron también aportar sus experiencias para contribuir con la experiencia y la capacidad técnica y continuar con las mediciones y evaluaciones de las políticas públicas.
Quizá lo que más me llamó la atención es que durante la presentación de la propuesta, ninguna de las organizaciones (IMCO, México Evalúa, México ¿cómo vamos?, Acción Ciudadana contra la pobreza, entre otras) reclamó la desaparición del Coneval.
No hubo críticas sobre la decisión, simplemente asumieron el hecho y pusieron sobre la mesa un camino para mejorar y nutrir las posibilidades. Hay una mano extendida para que lo que viene sea útil.
Si la intención de las reformas es efectivamente hacer más eficiente al Estado, la propuesta no puede hacer otra cosa sino sumar. Quizá al final del camino y de la cooperación, efectivamente tendremos un sitio desde donde la evaluación de los programas se logre con un uso más efectivo de los recursos públicos.
Según las propias cifras del Coneval, desde 2007 a la fecha se generaron 3,329 evaluaciones de programas y acciones federales de desarrollo social y 331 a Fondos de Aportaciones Federales.
Los resultados que surgieron de la revisión de los programas no siempre fueron halagadores para los gobiernos que aplicaban los recursos para abatir la pobreza. El Coneval señalaba los usos clientelares, los sesgos en la aplicación, la deficiencia cuando solo eran un paliativo.
En uno de los gobiernos que más énfasis ha colocado en las ayudas sociales directas, saber si los recursos van a donde se necesitan y tienen un efecto completo debería ser una prioridad.
Porque y aquí la duda genuina, ¿qué otra cosa queremos al entregar recursos, sino abatir la pobreza?
El lema del Coneval: “Lo que se mide, se puede mejorar”, deja la responsabilidad puesta en quienes ejercen los recursos públicos para mostrar la efectividad de la entrega de recursos. Y solo con buenos números, vamos a poder saberlo.
@Micmoya
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