El Reina Sofía convertirá el Guernica en un símbolo contra el genocidio en Gaza

El Reina Sofía convertirá el Guernica en un símbolo contra el genocidio en Gaza
La pinacoteca madrileña mostrará una serie de intervenciones inspiradas en el lienzo de Pablo Picasso
▲ El Estado español adquirió el Guernica en 1937, debido a la Segunda Guerra Mundial, Picasso pidió que el MoMA resguardara el lienzo hasta que se restableciera la democracia en el país ibérico, lo que sucedió en 1981.Foto Europa Press
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La JornadaJueves 18 de septiembre de 2025, p. 2
Madrid. El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía convertirá el Guernica, de Pablo Picasso, en un símbolo contra el genocidio y la limpieza étnica en la franja de Gaza, anunció el director del instituto de arte contemporáneo, Manuel Segade, durante la presentación de la temporada del próximo año y en la que tendrá un papel preponderante la situación del pueblo palestino y la guerra sin cuartel ejecutada por el gobierno israelí, de Benjamin Netanyahu. Bajo el título La historia no se repite, pero rima, se presentarán una serie de intervenciones inspiradas en el lienzo de Picasso, en un ciclo que repasará además algunas de las tragedias humanas más dolorosas de las últimas décadas, como el apartheid en Sudáfrica.
El Guernica, de Picasso, se transformó de inmediato en un símbolo contra el fascismo y las guerras. Es quizá el cuadro más importante de la prolífica obra del artista malagueño, pero no sólo por su valor artístico, sino también porque se convirtió en símbolo contra la barbarie. El cuadro lo empezó cuando tenía 56 años, en su exilio en París, con la mirada puesta en la guerra civil española (1936-1939). La obra fue realizada sobre un paño de 8 metros de largo y 3.5 metros de ancho, en la que plasmó 45 dibujos superpuestos, entre los que destacan los de mayor carga simbólica: el toro, el caballo, el portador de luz. Pero también las mujeres rotas de dolor y llanto, o los cuerpos mutilados de los combatientes.
Picasso se inspiró en la guerra civil española, en concreto en uno de los episodios más brutales y dramáticos, cuando el 1º de mayo de 1937 un comando de bombarderos nazis bajo la orden de Adolf Hitler, a petición del entonces general sublevado Francisco Franco, sobrevolaron y atacaron durante cuatro horas la pequeña localidad vasca de Gernika. La ciudad fue borrada del mapa, con un saldo de miles de muertos y heridos, según los historiadores. Picasso recordó ese hecho, así como otros eventos de la guerra que lo obligaron a exiliarse en París y no volver a España.
El mural fue adquirido a Picasso por el Estado español en 1937. Debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, el artista decidió que la pintura quedara bajo la custodia del Museum of Modern Art de Nueva York hasta que finalizara el conflicto bélico. En 1958 Picasso renovó el préstamo del cuadro al MoMA hasta que se restablecieran las libertades democráticas en España, lo que sucedió cuando la obra regresó al país ibérico en 1981. Todos esos años, el Guernica sirvió para recaudar fondos que se destinaron a los refugiados españoles y se volvió en un símbolo de la lucha contra la guerra, que se utilizó por ejemplo en las protestas contra la guerra en Vietnam o posteriormente las que perpetró Estados Unidos contra Irak.
Este valor simbólico e histórico lo destacó el propio director del Reina Sofía, Manuel Segade, quien además afirma que “el arte no es una cosa estática, es algo que está en nuestra vida” y que ese “mensaje implícito” de “no a la guerra” del lienzo está vigente. Incluso recordó que “ayer mismo recibía un meme en el que una de las mujeres del Guernica, con los brazos en alto, aparecía sobre la bandera de Gaza, en bicicleta. El Guernica salió a la calle durante las guerras de Vietnam, la del Golfo, contra Ucrania y ahora con el conflicto en Palestina. Su uso como pieza pública significa libertad y no guerra, por eso tiene una vida imparable y funciona como un cartel que nunca caduca”.
La idea es que haya contribuciones de artistas a raíz del ciclo La historia no se repite, pero rima, una frase tradicionalmente atribuida a Mark Twain, aunque él nunca la escribió.
Un espejo incómodo
En el primer ciclo de la serie, que será curado por la historiadora del arte y profesora de la Universidad de Londres Tamar Garb, la obra de Picasso (1937) dialogará con African Guernica (1967), de Dumile Feni, creada en Sudáfrica durante los años 60, cuando la legislación racista de la época del apartheid y la brutalidad policial conspiraban para crear un contexto violento y precario para la vida de los negros, el dibujo a carboncillo es una de las piezas claves de Feni, artista fundamental de la modernidad africana. De esta manera, el museo pretende abrir una reflexión acerca de la importancia de Picasso para un artista que trabajó en África a mediados del siglo XX, pero cuya exposición y conocimiento del modernismo europeo contribuyeron a su invención de un estilo pictórico adecuado a su propia situación política y social. Además de preguntarse: “¿Hasta qué punto este joven artista africano se inspiró en los lenguajes poéticos, así como en la sensibilidad política del manifiesto antibelicista del artista europeo de más edad? Y ¿cómo podría relacionarse esto con las cosmologías y tradiciones de creación centradas en África que también están presentes en la obra de Feni y que van desde referencias a técnicas locales de grabado y mitologías ancestrales hasta debates culturales localizados sobre la relación entre estética y política frente a formas específicas de tiranía y opresión?”
Con esta idea, el Reina Sofía recuerda, como dice su director, que “el Guernica es menos un cuadro colgado que un espejo incómodo para cualquier guerra presente”.
Explora el Tate Modern vínculo de Picasso con el mundo del espectáculo
Muestra invita a ser parte de un performance junto con las obras de arte

▲ El acróbata (1935), obra incluida en la exposición El Teatro de Picasso en el Museo Nacional Británico de Arte Moderno.Foto © RMN-Grand Palais (Musée National Picasso-Paris)

▲ La mujer que llora (1937), obra incluida en la exposición El Teatro de Picasso en el Museo Nacional Británico de Arte Moderno.Foto Adrien Didierjean y © Succession Picasso/DACS, London 2025
Cecilia Treviño
Especial para La Jornada
Periódico La JornadaJueves 18 de septiembre de 2025, p. 3
Londres. “Las horas caen en el pozo / Y se quedan dormidas para siempre”. Este poema del pintor malagueño recibe al visitante de la exposición El Teatro de Picasso en el Tate Modern. Y es como un augurio de lo que le espera: el tiempo parece quedar detenido en la inmersión en la vida y obra de Pablo Picasso, ligadas con el mundo del espectáculo.
Lo vemos en primera plana de un televisor cuando aparece como Carmen, con una gran peluca de rizos, en la famosa ópera de Bizet. De ahí, se da el paso tras bambalinas que permite contemplar una colección de obras seleccionadas por los curadores, los artistas Wu Tsang y Enrique Fuenteblanca, para mostrar una faceta que a veces se olvida de uno de los pintores más prolíficos e importantes del arte contemporáneo: su participación en el teatro, el ballet, el cine y el performance.
La exposición muestra cerca de 50 obras que incluyen escultura, textiles, material fílmico y, por supuesto, algunas de sus pinturas más importantes como Cara de mujer llorando, presentada con una iluminación excepcional en una museografía que representa tres áreas de un teatro.
Mientras el espectador se dirige lentamente tras bambalinas al escenario para pasar a la sala del teatro y poder, desde ahí, contemplar una de las obras más queridas del propio Picasso: Los tres bailarines.
Esta obra, que aparece a la derecha del escenario, fue pintada hace cien años y forma parte de la colección del Tate, es tema de una detallada investigación por miembros del museo y ahora está a disposición del público. Compartiendo escenario se encuentra el ensayo visual El misterio de Picasso, proyectado en una original presentación en la parte frontal y trasera de una pantalla de gran tamaño.
El documental de 78 minutos, dirigido por Henri-Georges Clouzot en 1956, muestra el proceso creativo de Picasso en tiempo real, utilizando un sistema de filmación adelantado para la época, usando cámaras y un papel traslúcido para que el espectador pueda ver cómo las líneas y los colores se van formando en casi 20 obras entre dibujos, acuarelas y óleos.

▲ Los tres bailarines (1925), del pintor malagueño Pablo Picasso.Foto Succession Picasso DACS, London 2025
El ensayo y el error revelan el laborioso misterio de Picasso, quien destruyó las obras tras la filmación para que el documental fuera el único testimonio de su creación, que muestra la manera en que corrige y replantea ideas, lo que da la impresión de ser una obra espontánea.
El documental de efecto hipnótico compite con la figura central de El Teatro de Picasso: la obra Los tres bailarines, cuyas dimensiones de 2.15 metros por 1.42 metros son difíciles de apreciar en reproducciones.
Esta pieza invita a una larga contemplación hasta encontrar una sombra entre los tres bailarines, la cara del que se cree representa a su amigo catalán Ramón Pinchot, quien murió cuando el pintor realizaba la obra.
En “la sala del teatro” hay tres pistas donde los visitantes también forman parte del performance al caminar tras bambalinas o en el escenario.
El público se vuelve parte del espectáculo al apreciar la escultura El gallo de bronce o pinturas que muestran diseños para obras de teatro o ballet con una música de fondo transmitidas por unas finas bocinas Genelec, ideales para una transparencia sinfónica.
Así aprendemos o recordamos la relación tan cercana que tuvo Picasso con la expresión escénica diseñando escenarios y vestuarios, así como su intensa colaboración con Ballet Russes.
Su cercanía con las artes escénicas lo llevó a escribir y dirigir su propia obra del teatro del absurdo, El deseo atrapado por la cola, en 1941, una obra deliberadamente caótica concebida –del mismo modo que mucho de su trabajo– como un acto de resistencia artística y política.
El espectador sale de El Teatro de Picasso al incipiente y bello otoño londinense después de haber sido parte de un performance, experiencia magnífica, aun tan sólo por un par de horas.
La fotógrafa Rebeca Monroy reivindica a los obreros(as)

▲ Imagen de Rebeca Monroy Nasr tomada hace cuatro décadas en la fábrica textil La Fama, espacio que busca transformar en un museo comunitario.Foto cortesía de la también historiadora
Reyes Martínez Torrjos
Periódico La JornadaJueves 18 de septiembre de 2025, p. 4
Con la exposición Obreros(as) somos en el camino andamos, que se inauguró ayer en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF), la fotógrafa e historiadora Rebeca Monroy Nasr hace un llamado al proyecto de convertir las instalaciones de la fábrica textil La Fama en un museo comunitario para la conservación de la identidad y la memoria de la comunidad alrededor de esa instalación.
La también docente e investigadora dijo a La Jornada que “hoy es importante en tanto que estamos recuperando la memoria no hegemónica y la memoria de obreros y barrios de esta ciudad, y esto puede aportar un granito de arena para generar esta colectividad y nuevas formas de trabajo”.
Las fotografías de la exposición, que Monroy tomó hace cuatro décadas, muestran la vida en la fábrica y a sus últimos trabajadores.
Recordó que alrededor de ese establecimiento estaban las casas de sus empleados e incluso los gerentes vivían allí. “Es importante traer esto a cuento porque tras el cierre de la fábrica, en 1998, sus familias se quedaron ahí, pero se fue perdiendo esa identidad y la cohesión fabril”.
La investigadora ha desarrollado en años recientes un trabajo de rescate de la memoria no hegemónica, línea que conecta sus proyectos más recientes: la exposición Obreros(as) somos en el camino andamos, que concluirá el 6 de noviembre, y el libro electrónico La fuerza decisiva de la imagen: Una mirada desde suelo mexicano, que será presentado el domingo a las 17 horas en la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia.
La historiadora comentó que la gente de Tlalpan está procurando conservar ese recinto. “Arte Consciente en La Fama AC tiene fotos, instrumentos de la banda musical, memorias y un montón de cosas que valdría la pena recuperar y tener como el museo en tanto que hay una búsqueda de identidad y de memoria”.
Añadió que “fueron unos obreros muy luchadores contra el sindicalismo charro, por mejorar sus condiciones de trabajo, por tener mejores horarios”, en una tradición que se remonta al siglo XIX, cuando se declararon en huelga en dos ocasiones contra la excesiva carga de trabajo. Su victoria se convirtió en un hito de la tradición obrera del país.
Rebeca Monroy contó que las fotografías fueron hechas en 1984, cuando acompañó a su amigo y colega Mario Camarena, quien realizaba entrevistas e historia oral con los trabajadores de La Fama. Los jubilados don Antonio y su esposa doña Justa los introdujeron a las instalaciones, donde estaba prohibido hacer capturas por el secreto industrial.
Don Antonio “nos fue enseñando todas las fases de la fábrica, que fue muy lindo, desde cómo está el algodón amontonado, cómo se va sacando un hilo más delgado y se mete a la máquina, etcétera. En ese momento era foto analógica y yo llevaba un rollo 125 ASA y no me gustaba usar flash. Algunas imágenes salen muy graneadas, movidonas. Tienen ese sabor de época”.
Productores culturales
En las imágenes se ve el desgaste en el cuerpo de los jubilados. Ella trae las piernas vendadas por las várices, enfermedades propias de su trabajo. “Es interesante recuperar esto, por eso con Obreros(as) somos... quiero manifestar que en ese momento queríamos ser productores culturales, no artistas, queríamos ser obreros de la cultura y así mostrar nuestra solidaridad con esta comunidad”.
El espacio, continuó Monroy Nasr, “mantiene presente la memoria de los abuelos o de los bisabuelos, pero se ha ido diluyendo en la medida en que los descendientes han tenido que tomar otros oficios y salido a buscar otras formas de vida. Es importante que lo recuperen, lo aprendan, se lo queden y puedan lograr una transformación”.
En torno al libro La fuerza decisiva de la imagen: Una mirada desde suelo mexicano, la autora recordó que tuvo su origen en el breve texto Consejo Mexicano de Fotografía, que publicó el Centro de la Imagen, y fue el análisis de las fotografías y el acervo visual de esa agrupación.
“Es la historia de cómo surge, quién la crea: Pedro Meyer y una serie de fotógrafos amigos y allegados, así como Raquel Tibol, la crítica de arte del momento. Al parejo se genera otro momento muy importante con la historiadora Eugenia Meyer y su volumen Imagen histórica de la fotografía en México. Estos dos elementos fueron sustanciales para transformar la mirada hacia la fotografía mexicana”.
El consejo le dio la palabra a los fotógrafos y Una mirada desde suelo mexicano aborda qué se construyó en el país, qué hicieron fotoperiodistas, fotodocumentalistas y experimentadores visuales, así como la vinculación con una Latinoamérica que está sufriendo con dictaduras.
Monroy Nasr remarcó que se trata de una época muy importante porque la fotografía “está narrando estas historias internas de memoria no hegemónica, están colaborando fotógrafos de Brasil, Argentina, Uruguay y Chile”, que buscan difusión, para lo que México será esencial.
“Testimonios, papeles, documentos y fotografías van a nutrir esta historia que hacía falta contar. Armando Cristieto me ayuda con su memoria prodigiosa y me empieza a narrar: Lourdes Almeida tiene mil documentos, Antonio Turok también, y empiezan a hablar todos estos fotógrafos de suma importancia”, añadió la docente.
Figuras que trabajaron “con el nuevo fotoperiodismo en el Unomásuno y después en La Jornada. Pedro Valtierra y todos ellos, quienes van a abrir una veta de trabajo absolutamente diferente, algo que no se había visto y conducen la historia visual y la mirada por una senda muy detonadora, subjetiva e ideológica.
“Esa es la parte fundamental que derriba el mito de la fotografía imparcial y empieza la de opinión con una postura crítica. Desde aquí es donde vamos a ver y se va a catapultar toda esta información y la gesta del encuentro latinoamericano en esos momentos de gran incidencia”, concluyó Rebeca Monroy.
Reconocen la trayectoria de Fernanda Navarro en coloquio de filosofía mexicana
Eirinet Gómez
Periódico La JornadaJueves 18 de septiembre de 2025, p. 4
Ante la violencia que aqueja a México y las guerras abiertas en el mundo, la filósofa, luchadora social y activista Fernanda Navarro afirmó: “La posibilidad está abierta a todo y con la lealtad lo ofreces todo para que no haya guerras, que no se maten sólo por tener. Cuando eres libre no tienes que repetir lo que te imponen, eres libre para que ayudes al mundo”.
Navarro recibió un homenaje y un reconocimiento de sus pares por su trayectoria como filósofa, así como por su compromiso crítico que ha inspirado a generaciones, en el primer Coloquio Internacional de Filosofía Mexicana “Del silencio al eco: nuestras filósofas mexicanas”. Se trata de la primera vez que el Centro de Estudios de Filosofía Mexicana reconoce a una mujer como filósofa, resaltaron los organizadores.
Ser con los otros
En el encuentro, Lucía de Luna Ramírez, profesora de pensamiento filosófico de los pueblos originarios en la Universidad Nacional Autónoma de México, reveló una conversación que sostuvo con su mentora a principios de agosto sobre diversos temas: el amor, la violencia, la comunicación y la importancia del conocimiento.
“Entendernos es la vía para abrazarnos, ser con los otros, amarnos. Hay que saber escuchar, no es lo mismo que oír, quiere decir que pones más atención para tratar de comprender lo que nos han dicho.
“Escuchar es que te palpite el corazón, es más profundo, no es ruido. Hay que guardar silencio porque no nacemos sabiendo. Hay que escuchar no sólo con el oído, escuchar lo que significan las palabras con humildad”, reflexionó la maestra.
En su conversación con De Luna Ramírez, la filósofa también planteó la necesidad de hacer una valoración sobre el conocimiento: “hay que ver qué cosa buena y positiva te ha dejado el aprendizaje, preguntarte por qué, para qué, a quién beneficia. Hay que ser novedosos y que el conocimiento sirva para algo y para alguien”.
Navarro estudió en la UNAM y fue traductora para Latinoamérica del Tribunal Internacional de la Conciencia de la Humanidad. A lo largo de su vida tuvo encuentros con León Felipe, Bertrand Russell, Louis Althusser y José Revueltas, quienes nutrieron su pensamiento.
En 2006 se unió a Luis Villoro, que había sido su maestro en la UNAM, y fue su compañera hasta la muerte del filósofo. Navarro solía afirmar a sus alumnos que ha sido muchas Fernandas a lo largo de su vida, pero quizá sus meditaciones en torno a la interculturalidad y el zapatismo sean uno de sus rasgos más distintivos.
“Tuve un viraje como mexicana y como estudiosa de filosofía a partir del acercamiento a pensadores mexicanos. Se enriqueció mi pensamiento filosófico al resaltar la importancia del reconocimiento de la existencia de otras culturas nuestras que habían sido marginadas, desvalorizadas, olvidadas en la historia como lo oscuro y lo oculto al ser comparadas con la occidental.
“No es suficiente reconocer la existencia de otras culturas, es preciso que exista el interés y la disposición de acercarse a ellas, conocerlas, comprenderlas, interactuar con ellas y entre ellas. Abrazarlas”, escribió en uno de los artículos que fue citado durante el homenaje.
En su intervención, Manuel Ponce Rascón, pensador y analista mexicano, dijo que hay dos claves para entender a Fernanda Navarro: la posibilidad y la esperanza. “Hay que tener esperanza, aunque tengamos que esperar”, solía decir en sus clases. “Es a la posibilidad a la que debemos nuestra lealtad entera”, una de sus frases favoritas del pensamiento de Russell.
Tras recibir el reconocimiento Malinali, otorgado por el Centro de Estudios de Filosofía Mexicana, Navarro dijo que para expresar lo que siente necesitaría de otro alfabeto: “Lo acepto con profunda emoción, en nuestro corazón habita la fuerza de nosotros, un lazo amoroso lleno de solidaridad. A todos mi gratitud más sincera, gracias a la vida”.
El homenaje cerró con emotivos cantos mayas que compusieron sus alumnos y que hacen referencia a los aportes de la clase que impartía Navarro.
jornada