Mafalda en China: una muestra en Shanghái celebra los 60 años de la historieta de Quino

De moño rojo, vestido abotonado y medias con voladitos, una periodista de la televisión china invita al público: “Entremos al mundo de Mafalda”. La cámara la sigue por la exposición que se realiza en el Instituto Cervantes de Shanghái y muestra al ícono argentino hablando en mandarín. “Mafalda es una niña de seis años que ama a los Beatles, la democracia, los derechos de la infancia y la paz mundial”, explica a su audiencia.

La muestra, que celebra los sesenta años de la tira y acompaña la salida de una nueva edición en chino, desató una respuesta inédita. Durante la apertura, los moños se multiplicaban: niñas y jóvenes con vestidos estampados, adolescentes y adultos con remeras que homenajeaban a Quino.
Durante varios días, la sala estuvo colmada de lectores y curiosos que se sacaban fotos con reproducciones a tamaño real de los personajes o jugaban con los globos de texto con frases de Mafalda. Como señaló la directora del instituto, Inma González Puy, la niña despierta el cariño de los lectores en tres continentes.
Abierta desde el 22 de agosto hasta el 31 de octubre, la muestra invita a un típico living de clase media sesentista con sillón y anaqueles cargados de libros. En el centro, una mesa espera a los espectadores para sentarse junto con Mafalda que lanza su eterna lucha: “¡Este mundo es una sopa!”.
Al fondo, la nena duerme en su cama y sueña en mandarín. En uno de los globos se lee: “No hay como la selva para una buena guerrilla”. Y hacia la calle, las vitrinas exhiben pantallas que proyectan cortos de la serie animada de 1971. En uno, la familia imagina que vuela mientras la madre permanece anclada a los electrodomésticos.
Pero el furor no se limita a la sala de exposiciones. En Xiaohongshu (el equivalente chino de TikTok) circulan decenas de videos de la muestra: mensajes de amor de los lectores, niños que inventan sus propias tiras y un sinfín de visitantes que recomiendan la experiencia. “Nunca habíamos tenido una reacción similar”, dice Lucila Carzoglio, doctora en Literatura Comparada y responsable de la exposición.
No es casualidad. La niña intelectual entró a China gracias a una intérprete tan única como el personaje. “La imagen de Mafalda quedó atravesada por la fama de su primera traductora, la escritora más leída en los ochenta y noventa, Sanmao”, señala Carzoglio. Los primeros cuadernillos en chino se publicaron en 1976 y 1977, en un momento muy temprano para la circulación internacional de la historieta de Quino. De hecho, en Japón y Corea, Mafalda recién se editó en los años 2000.

Cronista de viajes y figura de culto, Sanmao descubrió a Mafalda durante su estadía en el Sahara Occidental. En aquel entonces, el territorio seguía bajo dominio español y Franco aún gobernaba. En la única librería del desierto, su marido encontró un ejemplar: una edición en la que la censura había impuesto una franja con la advertencia “para adultos”. Esa noche, confesó, no pudo dejar de leerla hasta entrada la madrugada.
Pocos años después apareció la primera versión en mandarín, publicada por una editorial taiwanesa. “¿Quién es Mafalda?”, escribe Sanmao en el prólogo. “Es una niña nacida y criada en su tierra natal, interesada por la actualidad, que escucha la radio con frecuencia, odia la sopa y formula infinidad de preguntas”. La edición se titulaba La niña que mira todo bajo el cielo y, gracias a la enorme popularidad de la traductora, el nombre de Sanmao figuraba en la tapa más grande que el de Quino.

La traducción no solo modificó expresiones y giros del lenguaje, sino que adaptó la historieta. “Entre los cambios más evidentes están la salsa de soja en lugar de la mayonesa, el apellido Lin en reemplazo del Señor Pérez y las menciones a Papá Noel en vez de los Reyes Magos, poco conocidos en el Extremo Oriente”, explica Carzoglio. Hasta el Pájaro Loco tuvo que ceder su lugar a un primo más popular en Oriente: la Pantera Rosa.
También se suavizaron las tiras políticas, lo que le dio a la edición un carácter marcadamente infantil. La colección apareció en plena ley marcial en Taiwán, en un contexto de persecución a la izquierda y a las disidencias. Así, donde en la versión original se leían pintadas con consignas como “asesinos yanquis fuera de Vietnam”, en aquella edición apenas aparecía “cabeza de cerdo” o “sucios”. Esta versión circuló durante varias décadas en todo el ámbito sinoparlante y marcó la manera en que Mafalda fue interpretada.

Quizás por eso, en las redes sociales, algunos lectores presentan a Mafalda como “la típica niña que mira el mundo con inocencia”. Una lectura que contrasta con la de Wang Rufei, una de las editoras a cargo de la nueva traducción, quien recuerda que en la Argentina la tira surgió en una revista política. “La Guerra Fría, la guerra de Vietnam, la crisis de los misiles en Cuba o el Premio Nobel a Jean-Paul Sartre aparecen en sus tiras”, señala Wang a su público.
Sin embargo, la traducción de Sanmao no fue la única: a lo largo de cuatro décadas aparecieron nuevas versiones, entre ellas las de 2013 y 2014, además de múltiples reediciones. La más reciente, lanzada por Neocogito, busca actualizar el lenguaje para acercar la historieta a nuevos lectores. Está organizada en cinco volúmenes temáticos que van desde Mafalda presidenta y El amor según Mafalda hasta En esta familia no hay jefes. Es decir, la nueva versión china mantiene la misma distribución de las tiras que la edición española de Lumen.

Como señala la historiadora Isabella Cosse, la recepción internacional de Mafalda estuvo ligada desde el inicio a su condición de símbolo de época, a un “mito social” que condensaba los valores de los años sesenta: rebeldía juvenil, espíritu crítico y utopías de cambio.
En China, esa lectura se entrelaza con la idea de América Latina como un continente distante y siempre en tensión con Estados Unidos. “Quiero contarles la historia de una niña que vive el espíritu de América Latina”, dice la usuario Ruo Ruo. Quizás esta lectura apenas comience a desplegarse en el país asiático.
Clarin