Ópera en la fortaleza defensiva

Savonlinna, la isla de la Savonia del Sur, en Finlandia, que cada julio, desde 1912, celebra un exigente festival de ópera en su telúrico castillo medieval de Olavinlinna, ha sido estas semanas ejemplo de desbarajuste climático. Si cuatro años atrás vivió un verano tan frío que en el patio de armas en donde se celebra el evento había que tocar el violín con guantes, esta vez ha hecho un calor insólito durante tres semanas. Y la carpa circense que se instala como techo por las lluvias veraniegas –a veces tan fuertes que el ruido obliga a detener la función– ha tenido un efecto sauna para las más de dos mil personas que alberga el aforo.
Tanto es así que el público acudía a la ópera con el traje de baño debajo del vestido para, a la salida, tirarse directamente al lago Saimaa, que besa las rocas de esta antigua fortaleza. Hasta los mismos músicos de la orquesta salían del foso en los entreactos para darse un chapuzón en el muelle del backstage por el que se introducen en barca las escenografías. Solo así se sentían listos para volver a sudar al unísono tocando Macbeth, Boris Godunov... O esta The Fairy Queen de Henry Purcell que ayer clausuró el certamen y que ha dispuesto el Festival de Peralada, como invitado de este año. Y como sucedió hace un par de décadas, cuando el Liceu llevó L’elisir d’amore, se ha vuelto a situar la creatividad catalana en el núcleo duro europeo de la ópera. No en vano Savonlinna fue nombrado Mejor Festival en los International Opera Awards 2024.
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Para Peralada, exportar esa humorística producción –la de Xavier Sabata travestido de reina de Inglaterra– supone un balón de oxígeno. Cuando la estrenó en el 2022 no podía imaginar que sería la última de gran formato que haría, pues, a la espera de renovar su auditorio, se ha convertido en un festival de grandes estrellas pero de espacios pequeños. Su director artístico, Oriol Aguilà, le ofreció la producción a su homólogo en Savolinna, el director musical Ville Matvejeff, que rápidamente vio una oportunidad para romper el maleficio de que la ópera barroca no atrae al gran público y no llena aforos tan grandes como el de este castillo nórdico: mismas localidades del Liceu y acústica superior.
De hecho, en sus más de cien ediciones, Savonlinna solo se había atrevido a programar un Giulio Cesare de Händel, y con instrumentos modernos. Pues, si bien la tradición operística es muy sólida por esas latitudes, los ocho millones de euros de presupuesto para montar diversas óperas y un concurso de canto (este en el histórico teatro de madera de la localidad) los cubre en un 80% la taquilla, así que el margen de decrecimiento de público es reducido.

El público finlandés ha descubierto que el barroco puede ser divertido gracias a la versión de Peralada de este título de Purcell
Savonlinna Opera FestivalMáxime cuando se está a 60 km de la frontera con Rusia, aunque la gente en happy Savonlinna prefiere no pensarlo. Las aguas de este lago, el quinto más grande de Europa y por el que se esparcen 13.700 islas, conectan con las del ruso Ladoga, que está al doblar la esquina. Fue esa cercanía la que llevó en el siglo XV a construir la fortaleza, por la amenaza de invasión de Iván el Grande. Ahora, la guerra de Ucrania ha traído una pérdida de visitantes rusos en un área en la que, a diferencia del este islandés, no se habla sueco como segunda lengua, sino el idioma de Tolstói y Dostoyevski. El festival se enfoca en captar audiencia alemana para compensarlo.
En una visita por el backstage, una entiende por qué a los artistas que han de actuar aquí se les envía un cuestionario: ¿tiene vértigo? ¿Problemas para compartir camerino?... Cuando el lugar está pensado para la defensa, las estancias son muy pequeñas y no se comunican entre sí. El coro ha de entrar a escena de rodillas por un túnel desde el embarcadero. Y subir y bajar escalones desiguales... Y todo eso con Xavier Sabata sobre unas plataformas de drag queen...
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Lo que no se imaginaban los organizadores es que el disparatado montaje de Joan Anton Rechi de The Fairy Queen causara tanta hilaridad y revuelo entre su público. “Esto aquí no se ha hecho nunca, viola todas las reglas, pero es maravilloso”, decía un espectador sobre el montaje fresco pero disciplinado. Rechi introduce textos de El sueño de una noche de verano y hace un homenaje al género convirtiendo a Lisandro, Hermia, Helena, Titania... en iconos de la ópera: Rigoletto, Tosca, Madama Butterfly, Carmen, Don Giovanni... Son personajes pirandelianos que incluso participan en una mini Eurovisión con las arias de las cuatro estaciones. El invierno llega representando ¡a Finlandia!, mientras el maestro Dani Espasa lo defiende desde el foso al frente de la Helsinki Baroque Orchestra.
Las risas se desatan. También cuando Sabata, que es como la reina de las hadas del título de la ópera, se calza el miriñaque de Isabel I, la organza de la reina Victoria y el sombrerito a juego con el bolso de Isabel II. “Nosotros no somos monárquicos”, le dice una espectadora cuando saluda a los súbditos en la primera fila. “Yo, sí”, responde el personaje de Sabata. Aplausos y el repicar de pies sobre las tablas despiertan la nostalgia de las grandes noches en Peralada. “Aquí nos cuesta calentar, pero cuando lo hacemos somos puro fuego”, concluía una finlandesa.
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