El auténtico premio

Todavía bajo el efecto embriagador de este final de temporada, hoy querría apuntar solo dos cosas. La primera se me ocurrió ayer mientras escuchaba al presidente Laporta en RAC1, entrevistado por Basté, feliz por la gran temporada, pero sobre todo poniendo en práctica la honorable virtud de ser generoso en la victoria. Me hizo venir a la memoria una reflexión de Pep Guardiola sobre las peculiaridades del entorno del Barça: “Hay muchas pequeñas guerras cuando eres entrenador del Barça.
Tienes que decidir cuál quieres luchar, y te equivocas mucho si quieres luchar las inútiles. Tu guerra solo es una: hacer jugar a tu equipo, convencer a los jugadores, cada día un poco más, de salir a ganar este miércoles, y sábado, y miércoles y sábado... ¿Todo el resto? ¡No te metas!”. Y más adelante: “( Tenemos) un entorno que no es fácil, que es una fatiga diaria, familiar, de desgaste, porque solo te quieren menospreciar, y es un menosprecio constante, y es poner en duda cualquier cosa que haces, cualquier decisión que tomas, y, claro, llega un momento que...”.
Lamine Yamal celebra el gol que marcó en Cornellà
MANAURE QUINTERO / AFPLo que ha demostrado esta temporada, pienso, mejor que las últimas, y a veces de manera cruel, es que la partida, para los que no son el entrenador del Barça, para directivos y empleados, y sobre todo para el presidente, se extiende mucho más allá de los límites del terreno de juego.
Escribí la segunda nota después de asistir a la final de Copa y respirar el ambientazo que vivimos en Sevilla entre las dos aficiones rivales:
Con este Barça pasaremos muchas más horas en comunión con la gente que amamosMás allá del buen juego, de las jugadas brillantes, de ver cómo rebrota el talento y entonces florece con nuevas formas, más allá de la desazón, de la emoción y de las grandes victorias, más allá de la posibilidad de ganar títulos y de agrandar la sala de trofeos, el legado, la historia, incluso más allá de doblegar al rival, de poner en evidencia el vacío de muchas de sus proclamas, el auténtico premio de una buena temporada de tu equipo, y que nunca nadie dice, pero que de repente salta a la vista y se hace evidente, cuando ves las mareas de aficionados de todas las edades reuniéndose en bares, en peñas o comedores de casas privadas, apilándose en vagones de metro, andando hacia el estadio o haciendo zumbar motocicletas abanderadas, es que podrás pasar muchas tardes, vísperas, mañanas, compartiendo con familia y amigos momentos de emoción intensa, de esperanza, de ilusión y de nervios, alternando decepciones y estallidos de euforia, que de otra manera, si tu equipo no llega, no compartiríais juntos.
¿Por qué? Pues porque, si el equipo no funciona, la afición se desconecta de manera inevitable. El auténtico premio de volver a tener un gran equipo es que pasaremos muchas más horas en comunión con la gente que amamos.
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