Confianza o censura

Después del flop, el catacroc. El pasado domingo, Alberto Núñez Feijóo no logró cuajar un momento destituyente en la plaza de España de Madrid y al día siguiente la manifestación que tenía que haber puesto patas arriba la política española no aparecía ni siquiera en la portada de Abc. ¿Quién se acuerda hoy de esa manifestación? Con 150.000 personas reales en la plaza de España, Pedro Sánchez hoy estaría muerto.
Las cosas han sucedido de otro modo. Es la Guardia Civil la que acaba de poner al PSOE patas arriba. El anunciado informe de la UCO es el que puede llevarse por delante a Sánchez, según cuál sea el desarrollo de la investigación judicial y el entrechocar de las bolas en la mesa de billar.
Solo ha dos salidas para evitar el marasmo: cuestión de confianza o moción de censuraEl Gobierno no estaba al corriente del alcance de esa investigación. Esta es una de las pocas verdades sobre las que hoy podemos estar seguros. La independencia de la policía judicial respecto al Ejecutivo. No siempre ha sido así. Hace unos años, desde instancias del Ministerio del Interior se utilizó, presuntamente, a la policía para intentar frenar la investigación de un grave caso de corrupción que afectaba al Partido Popular. El escandaloso caso Kitchen irá a juicio dentro de un año y todavía no sabemos quien era el M. Rajoy que aparecía en las hojas de una contabilidad paralela.
El informe fulmina a la secretaría de organización del Partido Socialista y puede llevarse por delante a Sánchez, convirtiendo al PSOE en la fuerza menor y subalterna del maltrecho bipartidismo español durante muchos años. Con Kitchen a cuestas, con treinta piezas del caso Gürtel todavía abiertas, el Partido Popular podría ver realizado el más ambicioso de sus sueños: capturar al PSOE durante un largo periodo de tiempo y convertirlo en su servidor para asuntos estratégicos. Política de concertación nacional mientras Europa se rearma y replantea las dimensiones del Estado social. Política de bloque central sin dependencias periféricas. Eduardo Madina ya hace ejercicios de precalentamiento.
Santos Cerdán, hasta ayer secretario de organización del PSOE, en el Congreso
OSCAR DEL POZO / AFPLa semana está siendo trepidante. El domingo, el flop de la plaza de España. El lunes, el juez del Tribunal Supremo Ángel Hurtado solicita la apertura de juicio contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, por presunta revelación de secretos. El martes, registro de la UCO en el domicilio de José Luis Ábalos y en las sedes de algunas empresas constructoras. El miércoles por la noche, primera filtración del informe de la UCO. El jueves, shock político, con comparecencia de Sánchez en la sede del PSOE pidiendo perdón a los españoles por las andanzas de sus dos secretarios de organización. Cariacontecido. Visiblemente tocado. Momento judicial clave con el fiscal general del Estado en KO. Dentro de un mes, el Tribunal Constitucional deberá emitir sentencia sobre la ley de Amnistía. Unan la línea de puntos y entenderán algo.
Sigan uniendo puntos. El PP necesita que Sánchez caiga antes de que empiece el juicio por el caso Kitchen en mayo del 2026. Si el escándalo de la secretaría de organización del PSOE se solapa con ese juicio, la reputación de los dos partidos sistémicos puede sufrir un serio contratiempo en la fase final de la legislatura, con un solo ganador: la extrema derecha.
Cuestión de confianza o moción de censura. Puede que no haya otra salida. Feijóo no quiere presentar una moción de censura. No quiere regalar una victoria parlamentaria a Sánchez. Quiere asarlo. En el PP dicen tener encuestas que les sitúan en el umbral de los 150 diputados.
Moción de confianza. Sánchez no la planteó ayer. Está en shock. Ayer impuso la dimisión de Cerdán –hubo una cierta resistencia inicial del afectado–, pero hay una pregunta que aún no tiene respuesta: ¿A dónde fue el dinero que pagaron Acciona y otras empresas constructoras? Siempre lo mismo. Siempre lo mismo. Siempre lo mismo.
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