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Lo privado, enemigo público

Lo privado, enemigo público

Teníamos –y quizá tengamos todavía—uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, pero casi todos los fines de semana una manifestación denuncia graves fallos de gestión y atención en comunidades presididas por el PP. Tenemos el mejor sistema eléctrico del mundo, según el parecer de su máxima responsable, pero un misterioso incidente conocido como “el gran apagón” hizo que pareciese el peor sistema eléctrico del mundo.

Hay otras comparaciones. ¿Recordáis los terribles atentados del 11 de marzo del 2004? Claro que los recordáis: mataron a 192 personas. También recordáis que se planteó una obscena disyuntiva: si ETA era la autora, el PP renovaría mayoría. Si era terrorismo islamista, el PSOE ganaría las elecciones. ¿Y qué pasó ahora con el apagón? Que Red Eléctrica (Redeia) descartó un ciberataque, mientras que el presidente del Gobierno dejó abierta esa posibilidad. La siempre perversa interpretación periodística hizo sospechar que la agresión exterior favorecía a Sánchez, mientras que el fallo interno era demoledor para él.

Pero hay por lo menos otras tres consideraciones. Primera: cuando este país abre un gran debate –en este caso sobre el gasto militar y la defensa nacional—un hecho imprevisto lo cierra en falso. De esta forma, la actuación de un gobierno que cambia su política con hechos trascendentes que dividen a la sociedad y afectan a la soberanía de la nación parece legitimada en su peor perfil, que es el autoritario. El destino de diez mil millones de euros será decidido sin respaldo parlamentario. Fue como, si al apagarse la luz, se oscureciera también el pluralismo del país.

La segunda, la facilidad con que un servicio público se convierte en argumento para una batalla ideológica. Mientras se espera un diagnóstico solvente de lo ocurrido, vuelve la confrontación entre partidarios de la energía nuclear y promotores de las renovables. Es un debate muy serio, que con toda seriedad debiera plantearse. Pero, al ser dominado por la ideología (derechas por la nuclear, izquierdas por las renovables), se quedará en una parte de inagotable campaña electoral. Salvo un gran cambio de actitudes, será una nueva ocasión perdida para afrontar la cuestión energética en este país.

Pedro Sánchez

Dani Duch

Y la tercera, la orientación que muestra el hombre que maneja más hilos: está en cruzada contra los intereses privados. Hablábamos al principio de la sanidad. Obsérvese la línea que inspira a los manifestantes de fin de semana: el PP la quiere privatizar. Es falso, confunde colaboración con privatización, pero une a la militancia. Recordemos lo dicho sobre las universidades privadas: al acusarlas de vendedoras de títulos, hace un populismo que resucita los más elementales estímulos que alimentan el conflicto clasista. Y lo último, su amenaza: se exigirá responsabilidad a los operadores privados. Lo dijo antes de conocer qué causó el apagón. Hay, por tanto, intencionalidad muy clara. Unida a las declaraciones anteriores, creo que está justificado el título de esta crónica: para Sánchez, lo privado es el gran enemigo público. Habrá que ver cómo lo intenta embridar.

RETALES

Derecha. Valencia, Congreso del Partido Popular Europeo. Pudo haber sido una inyección de vitamina frente a la extrema derecha. No hubo suerte: el apagón y la estrategia de mantener el enigma de sus causas lo dejaron en segundo plano. Y vaya por Dios: la oferta ideológica fue menos buscada que las fotos de Mazón.

Cinismo. ¿De verdad Grande-Marlaska cerró la compra de balas a Israel a espaldas del Consejo de Ministros, de su presidente y de la ministra de Hacienda? No me parece posible. Si pudo hacerlo, hay razones para sospechar que Sánchez descuidó la dirección del gabinete.

Roma. Decenas de artículos, cientos de tertulias, millones de preguntas ciudadanas sobre la ausencia de Sánchez en Roma han sido insuficientes para romper el oscurantismo. Tienen razón quienes opinan que, si algo es difícil de explicar, es que no tiene fácil explicación.

Aranceles. Trump pudo expulsar a los migrantes que quiso sin protestas de otros gobiernos. Todo el mundo estaba mirando hacia los aranceles. ¡La pasta, Dios mío, la pasta! La pasta importa más que la dignidad y la humanidad.

Centro. En su excelente libro Contra la tercera España , Armando Zerolo sostiene que los partidos de centro “nunca terminan de funcionar”. Es cierto, con alguna salvedad. Con un partido de centro en el gobierno, España liquidó el franquismo, hizo la democracia y aprobó la Constitución.

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