La mariposa 88, el simpático oso hormiguero, los flamencos y las orcas cazando presas: dónde y cuándo ver la increíble fauna de Argentina

La mariposa se posa justo en el borde de su riñonera y Marcos no quiere moverse para no espantarla. Es bellísima y le pide a su prima que le tome una foto antes de que salga volando y se pierda en la espesura de la selva. Tiene alas blancas, un borde rojo y líneas curvas negras que, en el centro, forman dos ochos.
Los espectaculares saltos de las Cataratas del Iguazú, parte del viaje de un abuelo con sus nietos adolescentes, parecen quedar en un segundo plano. Todos están ahora hablando de la mariposa y la guía apunta que es la “88”, una de las cinco especies declaradas Monumento Natural de Misiones, junto con la Monarca, Androgeo, Seda Azul y Panambí.
También eclipsan la atención los coatíes con sus colas anilladas que, sin timidez, acechan las bolsas descuidadas de los turistas en busca de comida (se ven simpáticos, pero ¡no tocarlos ni alimentarlos!). Todavía no vieron ningún tucán, aunque recién empiezan a recorrer el Parque Nacional Iguazú, y su mayor ilusión es el yaguareté -en “peligro crítico”-, difícil de ver, lo saben.
La mariposa 88 en Iguazú. Foto Viajes
Paisaje y fauna, una combinación grandiosa que atrapa en la selva misionera y que se repite en la cambiante geografía de la Argentina. De norte a sur, todos los destinos llenan de postales la mirada; despiertan sensibilidad, fascinación y son una gran oportunidad para ver animales, ya sea como objetivo central del viaje, o como algo que se suma al itinerario, casi sin planearlo.
Quien va a los Esteros del Iberá, en Corrientes, seguramente espera descubrir yacarés, carpinchos -el roedor más grande del mundo-, ciervos de los pantanos, monos carayá o aullador -uno de los animales más ruidosos del mundo- o aves como el jabirú, el martín pescador, la garza blanca, algún guacamayo rojo (especie reintroducida en la zona tras más de 100 años extinta), o el yetapá de collar, emblema del PN Iberá, cuyo macho se distingue por su cola con dos plumas largas.
Yetapá de collar. Foto: Joaquín Ghiorzo/ Aves Argentinas.
Sea cual fuere el “portal” elegido para visitar, se lo considera un lugar donde es fácil ver animales y paraíso para los observadores de aves. Es también donde se reintrodujo el yaguareté y, hace poco, una familia de nutrias gigantes (ausentes en Argentina hace 40 años).
En cambio, en Talampaya, La Rioja, posiblemente el visitante esté más ocupado con el asombro que generan esos paredones rojizos, testigos de la historia del planeta, (imaginando dinosaurios y otros animales prehistóricos; hay réplicas en el Sendero del Triásico). Pero en el camino aparecen animales de estos tiempos, un choique, una mara -emblema del Parque- o un cóndor y la observación de fauna (viva) se mete de lleno en la travesía.
Seguramente en este momento cada uno está buscando en la memoria sus propias postales, ya que dentro y fuera de reservas naturales, provinciales o privadas, en parques nacionales, haciendo una caminata o circulando en auto por alguna ruta del país, las posibilidades de ver animales son muchas.
Un coatí. Foto Santiago Cicotti / Argentina Wild Expeditions
Más fáciles o más difíciles, de las vizcachas, carpinchos, zorros, lobitos de río o lagartos overos en El Palmar de Entre Ríos a las vicuñas y flamencos en Jujuy, Catamarca, La Rioja, Salta o San Juan; de ballenas, delfines y pingüinos en la costa patagónica a los osos hormigueros, tapires y pecaríes en Chaco o Formosa; de la taruca, tipo de ciervo emblema del Noroeste, Monumento Natural y estampada en el billete de $ 100, al yaguareté de la selva misionera o las yungas del Norte que aparece en el billete de $ 500.
La lista sigue, se hace infinita también si la abordamos desde algún factor o característica destacable del destino: Misiones es la Capital Nacional de la Biodiversidad con 574 especies de aves registradas y 135 de mamíferos, por ejemplo. La provincia tiene el 52% de las especies de Argentina, según el Instituto Misionero de Biodiversidad. La Payunia, Mendoza, es donde se produce la mayor migración de guanacos del mundo. Ansenuza, Córdoba, tiene la colonia más grande de flamencos australes a nivel continental. Y El Cóndor, Río Negro, la colonia de loros barranqueros más grande.
Taruca (también le dicen "huemul del norte" o "venado andino", en el Noroeste. Foto Parques Nacionales
“Argentina es como un enorme cofre natural repleto de joyas vivas, eso lo hace uno de los países con mayor diversidad biológica del mundo”, dice Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina y es una buena definición para entender el desbordante patrimonio natural.
“Esta riqueza extraordinaria se debe, en parte, a su geografía inmensa y variada, que se divide en 18 ecorregiones, que incluye desde la exuberante selva misionera hasta la árida estepa patagónica, pasando por los humedales del litoral y la altura extrema de la Puna”, agrega Jaramillo, quien, a la hora de intentar cuantificar esa diversidad, esa abundancia, acerca algunas cifras: más de 1.000 especies de aves, cerca de 400 especies de mamíferos y más de 700 de reptiles y anfibios.
Yaguareté. Foto Proyecto Yaguareté CeIBA - CONICET
Con este panorama, la posibilidad de “observar fauna silvestre en su hábitat natural, en escenarios diversos e imponentes” como los que ofrece el país es un diferencial que hay que valorar, disfrutar y cuidar.
“El turismo de naturaleza es una herramienta valiosa para la conservación”, dice Jaramillo y explica: “Bien gestionado, puede generar empleo local, promover la educación ambiental, fortalecer el vínculo de las personas con la naturaleza y sumar apoyo concreto para proteger especies y ecosistemas”.
Avistaje de fauna en los Esteros del Iberá. Foto Turismo Corrientes
Un viaje en el que hay tiempo y espacio para observar fauna es, entonces, una gran oportunidad. Una oportunidad no solo para conocer especies que usualmente solo vemos en fotos o videos, sino también para aprender sobre el entorno, la importancia de cada especie en el conjunto o los problemas que los afectan. También para entender cómo ayudar a su conservación.
“En pocos países podés ver orcas, pumas, yaguaretés, ballenas, cóndores, maras y pingüinos en libertad, todos dentro del mismo territorio”, señala Santiago Cicotti, fotógrafo y parte de Argentina Wild Expeditions, una agencia de viajes con base en Puerto Madryn (Chubut), especializada en “itinerarios inmersivos en entornos naturales”.
Tonina overa. Foto Santiago Cicotti / Argentina Wild Expeditions
Aunque considera que aún queda camino por recorrer, dice que “Argentina tiene una gran oportunidad por delante para poner en valor su increíble riqueza biológica a través del turismo de naturaleza”, una actividad que crece en todo el mundo. Y lo explica así: “Es posible transformar la percepción del puma -de amenaza a emblema- y valorarlo como atractivo, capaz de generar beneficios económicos sostenibles para comunidades locales”.
La lancha salió de Puerto Deseado y avanza rauda, surcando las olas del mar, rumbo a la Isla Pingüino, en la costa de Santa Cruz, en busca de un tesoro: la colonia de pingüinos de penacho amarillo que, con casi 3.000 nidos, es la más cercana al continente.
Los pingüinos de penacho amarillo de la Isla Pingüino. Foto Darwin Expediciones
Se los conoce como “saltadores de rocas” (saltan de una piedra a otra), tienen pecho blanco, lomo negro, ojos rojos y sus detalles más llamativos son las cejas amarillas y unas plumas estilo jopo en la cabeza. Se los puede ver entre octubre y abril y, según el mes, estarán en una etapa diferente, desde la puesta de huevos y el nacimiento de los pichones hasta el cambio de plumaje.
Hay que sumar los paseos por la ría Deseado que alberga más de 120 especies de aves, tiene más de 25.000 nidos de pingüinos de Magallanes entre sus islas y un apostadero de lobos marinos de un pelo.
En la Isla Pingüino también hay pingüinos de Magallanes. Foto Darwin Expediciones
“Tres especies nos representan (como destino): el pingüino de penacho amarillo, el cormorán gris de patas rojas –propia de Santa Cruz- y la tonina overa, una especie de delfín pequeño, blanco y negro”, cuenta Roxana Goronas, guía naturalista de la agencia Darwin Expediciones. “Pero cada vez que salimos vemos tres especies de cormoranes, hasta tres especies de delfines y dos de pingüinos”, agrega para graficar la riqueza local. “Este lugar es la mejor experiencia que un guía puede tener”, dice Roxana, que llegó de visita por un día a Puerto Deseado y se quedó 10 años.
En el mundo de la fauna argentina hay algunos animales que se ven puntualmente en un lugar o zona acotada, mientras que otros, aparecen en varios destinos. Algunos animales llegan por temporada y otros permanecen todo el año. Algunos son fácilmente visibles y otros requieren de suerte y hasta un guía especializado.
Ahora es tiempo de observación de la ballena franca austral –su característica distintiva son las callosidades- en las aguas tranquilas del Golfo Nuevo, a donde se quedan para reproducirse y tener crías hasta diciembre. Se las ve desde la costa en El Doradillo, o en lanchas que parten de Península Valdés.
La ballena franca austral en el golfo Nuevo a donde llegan para reproducirse y tener crías.
Foto REUTERS/Maxi Jonas
En primavera comienza la temporada de pingüinos de Magallanes, con colonias en sitios como Punta Tombo (a 110 km de Trelew), Estancia San Lorenzo (Península Valdés) o Cabo Dos Bahías (a pocos km de Camarones y del Portal Isla Leones del Parque Patagonia Azul), entre otros. Se quedan hasta abril.
Entre marzo y mayo, y en octubre y noviembre, es tiempo de ver orcas y su varamiento intencional en Valdés. Nadan hacia la orilla, encallan para cazar (lobos y elefantes marinos jóvenes) y se ayudan con las olas para regresar al mar.
Una orca y su particular varamiento intencional en Península Valdés.
Hacia el sur, a la Patagonia Azul –con base en Camarones, también Chubut- la apodaron “la Galápagos argentina” por la cantidad de fauna para ver, dice Marian Labourt, de Rewilding Argentina, una fundación que trabaja en diferentes regiones para crear áreas naturales protegidas y restaurar ambientes.
Enumera: cuatro especies de ballena, delfines y toninas overas, lobos marinos, pingüinos, petreles, palomas australes o el particular pato vapor, que es endémico de la zona, no puede volar y “hace mucho aspamento sobre el agua”.
Ejemplares de la ballena sei en el golfo San Jorge.
Mientras, en Comodoro Rivadavia, cuatro prestadores se unieron para trabajar en turismo náutico y proyectan -cuando estén las habilitaciones correspondientes- hacer avistajes de ballenas sei. “Es la contra temporada de la franca austral. La mayor densidad de ballenas sei –de las más rápidas del mundo- se da en marzo, abril y mayo”, explica Facundo Niziewiz, que colabora con biólogos en el rastreo y estudio de esta especie.
“La naturaleza tiene su carácter”, dice Marian Labourt, de Rewilding. Es que sea cual fuere la salida de avistaje de fauna, nunca hay garantías sobre qué o cómo se verá. Depende de si hace frío o calor, si llueve, momento del día, época, etc.
Un yacaré en los humedales. Fotos Emmanuel Fernandez
La compañía de un guía -más aún si está especializado en fauna- suele marcar una gran diferencia.
“El oso hormiguero se ve en El Impenetrable (Chaco), pero en medio de la vegetación se pierde. Cerca del agua -como los ríos Bermejito y Bermejo- ves tapires casi siempre, además de yacarés, jabirúes (cigüeña más alta de Sudamérica), quirquinchos, monos y pecaríes en grupos de 30 o 40”, dice Labourt.
Una especie carismática: el oso hormiguero. Foto Parques Nacionales
Emblema del PN El Impenetrable, el oso hormiguero es una de las “especies más carismáticas del área”, dicen desde Parques Nacionales. No pertenece a la familia de los osos, se alimenta de insectos y aseguran que, con mucha suerte, se podrá avistar una hembra cargando a su cría a cuestas.
“Muchas especies pueden ser más fáciles de ver que otras, pero todo depende del lugar donde se busque”, explica Cicotti de Argentina Wild Expeditions y ejemplifica: “En Iberá será sencillo ver al ciervo de los pantanos, pero esa misma especie tiene una distribución más amplia donde no siempre resulta tan visible. Si alguien quiere ver pumas, lo ideal sería visitar el Parque Patagonia (Santa Cruz); es una especie de amplia distribución, pero difícil de observar”.
Zorro gris. Foto Santiago Cicotti / Argentina Wild Expeditions
Por el contrario, “hay especies de distribución súper reducida, como el macá tobiano o el quetro cabeza blanca que, si se sabe dónde buscar, la observación está prácticamente asegurada”, agrega.
Como el yaguareté, el puma o el aguará guazú, hay varios animales famosos, pero difíciles de ver. Es el caso del huemul, ciervo típico de los bosques patagónicos de Argentina y Chile, Monumento Natural (máxima categoría de protección) y en peligro de extinción.
El huemul, habitante de los bosques patagónicos andinos.
“Aunque su avistaje es poco frecuente debido a la escasez poblacional y un comportamiento tímido, estos ambientes únicos -los bosques patagónicos- también albergan fauna muy particular como el pudú (ciervo muy pequeño), el huillín o nutria patagónica, también amenazado, y aves como el carpintero gigante o el chucao, con sus saltitos característicos”, agrega Jaramillo, de Vida Silvestre.
En febrero pasado y por primera vez en casi 30 años, se registró un huemul en el PN Lanín (Neuquén): el animal provenía de Chile y marcó un hito para el trabajo conjunto de Parques Nacionales y la Fundación Huilo Huilo de Chile.
En Misiones hay 5 especies de tucanes. Foto Santiago Cicotti / Argentina Wild Expeditions
Ansenuza o Mar Chiquita, Córdoba, es el mayor lago de agua salada de Sudamérica, el quinto más grande del planeta y, junto con los Bañados del Río Dulce, reúne el 66% de las especies de aves migratorias y playeras registradas en Argentina, según Parques Nacionales.
Mar de Ansenuza y su enorme escenario para la observación de aves. Foto Pablo Rodas
Una marea rosada llama la atención en la enorme laguna. “Hay tres especies de flamencos: el más abundante es el austral, y también se ven la parina chica (flamenco de la Puna o James) y la parina grande (o flamenco andino)”, cuenta Laura Dodyk, del Departamento de Conservación de Aves Argentinas. Para entender la importancia: en el mundo hay seis especies de flamencos. En Argentina existen tres.
“La particularidad de Ansenuza -clave por la permanente oferta de alimento disponible- es que en determinado momento del año están las tres especies al mismo tiempo y, además, es la colonia más grande de los flamencos australes a nivel continental, una especie que se reproduce y nidifica ahí”.
Una corzuela parda, también en la zona de Mar Chiquita, Córdoba. Foto Malena Srur
En cuanto a las parinas chica y grande, se las suele ver en invierno, cuando se congelan las lagunas altoandinas (donde nidifican en verano) y “bajan” a Ansenuza para pasar los meses más fríos.
En Laguna de los Pozuelos, Monumento Natural en Jujuy, entre las 130 especies de aves también están las tres especies de flamencos.
Volvemos a Córdoba y seguimos con las aves. Al cóndor andino se lo ve en muchos destinos junto a la Cordillera y aquí, en el PN Quebrada del Condorito, está la población más oriental. “Una particularidad acá es que los cóndores se reproducen en los acantilados, se ven cóndores jóvenes todo el año y, gracias a los miradores del lugar, los avistajes son impactantes, se los puede ver muy cerca”, cuenta Dodyk.
Un panorama -pequeño para la riqueza y la diversidad de la fauna en Argentina, pero muy fascinante-, que invita a zambullirse en la naturaleza.
Clarin