La OTAN ha cumplido con su tarea. Ahora le toca a la UE.
El espectáculo político que presenciamos en los Países Bajos el miércoles tuvo un protagonista: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Esto se hizo patente tanto en detalles secundarios, como su llegada tardía a la foto conmemorativa de los líderes con el anfitrión de la reunión, el primer ministro neerlandés y el secretario general de la OTAN, como en la culminación del evento: la revolucionaria declaración de un aumento del gasto en defensa de todos los aliados al 5% del PIB. No nos engañemos: fue la brutal presión del presidente estadounidense y su imprevisibilidad lo que llevó a los aliados europeos a gastar más de su bolsillo para, permítanme recalcar, su propia seguridad. Solo hubo una estrella. La férrea resistencia de los españoles, que, en el mejor de los casos, eran actores secundarios, no ayudó mucho. Sin embargo, fue por esta razón, entre otras, que el escenario cambió en la recta final de las negociaciones y la fecha límite para alcanzar este umbral se extendió de 2032 a 2035.
Cabe destacar que Trump también se reunió con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Esto demuestra claramente que los rumores sobre la retirada total del apoyo de Estados Unidos a Ucrania son, como mínimo, exagerados. La declaración posterior a la cumbre también incluyó palabras sobre el apoyo a Kiev.
Artículo cinco confirmadoPor supuesto, como en un buen espectáculo, esta vez tampoco faltaron las emociones. Así, durante el vuelo a la cumbre a bordo del Air Force One, Donald Trump declaró con mucha ambivalencia que el Artículo Cinco del Tratado de Washington puede definirse de diversas maneras. Cabe recordar que este es el fundamento de la OTAN, que establece que un ataque armado contra un país se considerará un ataque contra todos. Se trata del principio de "uno para todos, todos para uno". Sin embargo, cabe la interpretación: además, se indica que los aliados tomarán las medidas que consideren necesarias. En cualquier caso, ya en La Haya, el presidente estadounidense declaró que apoyaría a los aliados "hasta el final", lo que podría traducirse como "hasta el final", y que la OTAN se fortalecería enormemente.
En cualquier caso, la cumbre de la OTAN ya es cosa del pasado. Su efecto es proporcionar una importante financiación para la defensa durante los próximos años. Ahora debemos hacer todo lo posible para garantizar que estos fondos se traduzcan en un aumento real de nuestras capacidades de defensa. En este sentido, la Unión Europea tiene un papel fundamental que desempeñar, al menos en varios niveles.
En primer lugar, el instrumento financiero SAFE, del cual los Estados miembros podrán obtener préstamos de hasta 150 000 millones de euros para la compra de armas, es un proyecto que aún se está desarrollando. Aún no existen normas detalladas sobre su funcionamiento. Las probabilidades de que se realicen los pagos este año son ilusorias. Es necesario acelerar este proceso.
En segundo lugar, la UE cuenta con una amplia experiencia como regulador. Esto suele ser objeto de críticas justificadas, pero en esta ocasión puede sernos útil a todos. Por lo tanto, es la UE la que puede unificar las normas para el transporte de tropas en los Estados miembros —hoy en día, a veces difieren incluso en zonas específicas de un mismo país— o agilizar la concesión de permisos para inversiones en defensa. Esto ya está sucediendo, pero también debería acelerarse.
Finalmente, la UE debería considerar adónde quiere destinar sus fondos comunes en la próxima perspectiva presupuestaria para 2028-2035. Desde la perspectiva del flanco oriental, parece obvio que, al igual que hemos utilizado el Fondo de Cohesión durante años, ahora debería crearse un fondo de defensa que funcione mediante subvenciones, no préstamos.
Cabe recordar que la «Cumbre de La Haya» es solo la primera parte de la serie «Europa debe hacer más por su propia seguridad». Siendo estas iniciativas complementarias, en la siguiente parte el papel principal deberá recaer en la UE.
RP