La psicóloga Christina Tracy-Stein: Hagamos del mundo una cuestión de relaciones, no de resultados.
Que las mujeres duden de sí mismas. Claro que el problema no es exclusivo de las mujeres, pero por alguna razón, albergamos una creencia particularmente fuerte de que no somos suficientes. Nos subestimamos. Nuestra sensibilidad, conciencia social y empatía hacen que cualquier crítica pueda afectarnos profundamente. En lugar de analizarla, la tomamos de inmediato como algo personal, como algo que socava nuestro valor. Dirigir una empresa requiere la valentía de actuar individualmente. Hay que tomar decisiones en armonía con una misma y creer en ellas, incluso si no reciben un reconocimiento externo inmediato. Este es un desafío importante, porque si no tenemos esa certeza interior de que lo que hacemos tiene sentido, cualquier "no" externo puede detenernos. Por eso es tan importante que esta fuerza provenga de dentro. Otros pueden apoyarnos, elogiarnos, inspirarnos, pero nada puede reemplazar lo más importante: creer en uno mismo. Sin ella, es difícil avanzar, y aún más difícil perseverar.
¿Cree usted que, por ejemplo, en 10 años las mujeres escribirán las reglas de la nueva economía?Creo que las mujeres tendrán una influencia cada vez mayor en la economía del futuro, y tengo muchas esperanzas al respecto. Espero que en diez años veamos un mundo donde más decisiones se basen en la colaboración, la empatía y la escucha mutua. En las relaciones, no solo en los resultados. En la cuestión de cómo puedo servir, no en cómo puedo ganar. Al mismo tiempo, creo que no se trata de reemplazar un péndulo por otro. Si rechazamos excesivamente la energía masculina, la que se centra en la acción, la estructura y la especificidad, simplemente nos encontraremos con un conjunto diferente de problemas. Cada uno de nosotros lleva dentro estas dos energías, masculina y femenina. Y el verdadero arte está en saber equilibrarlas. Creo que un futuro que valga la pena construir no se basa en una economía de la competencia, sino en una economía del equilibrio, una que valore la diversidad de estilos y nos permita trabajar juntos desde diferentes perspectivas. Se trata del principio de ganar-ganar, o ganar-ganar.
Viniste a Polonia por invitación de la Cámara de Comercio de Mujeres Polacas, la primera cámara de comercio de Europa dedicada a las mujeres emprendedoras. ¿Qué mensaje les preparaste?Les dije: inténtenlo. Den un solo paso, que sea pequeño, tentativo, pero propio. Solo en la acción empezamos a ver realmente quiénes somos y el poder que poseemos. Cada uno de nosotros lleva dentro un don: talento, experiencia, valor que podemos aportar a la vida de los demás. A menudo, no vemos este don hasta que empezamos a compartirlo. Solo cuando ofrecemos algo de nosotros al mundo —tiempo, atención, ideas, apoyo— empezamos a reconocer nuestra grandeza. No tiene sentido esperar el momento perfecto. No esperen a que nadie les dé permiso. Hagan algo, lo que sea, y dejen que ese primer paso les abra los ojos a lo grandes que son en realidad.
¿Crees que las mujeres de negocios polacas también pueden enseñarte algo?Por supuesto. Las mujeres en Polonia tienen un potencial enorme. Recuerdo que hace unos años, después de un evento, estábamos cenando y una de ellas hablaba de lo difícil que le fue desplegar plenamente sus alas. Habló de su lucha interna: por un lado, sentía fuerza, luz y pasión dentro de sí misma, pero por otro, experimentaba una enorme presión para no brillar demasiado. Para no ser "demasiado grande", "demasiado visible", "demasiado ambiciosa". Fue profundamente conmovedor para mí. Porque sé que no es solo su historia. Es la historia de muchas mujeres que sienten que deben conformarse, integrarse y no cruzar una línea invisible. Pero al mismo tiempo, algo está cambiando. En los últimos meses, he visto a más y más mujeres polacas salir de la sombra. Que dicen: "Tengo derecho a ser yo misma, tengo derecho a brillar, tengo derecho a vivir plenamente". Veo entusiasmo, alegría, fuerza, energía. Es inspirador presenciar este despertar y poder formar parte de él.
Mujeres de todo el mundo te invitan, te piden tu energía y apoyo, y tú eres una oradora. ¿Cómo mantienes tu propio equilibrio?Cuido mucho mi equilibrio y soy realmente constante en ello. Mi prioridad absoluta es mi familia. Mi relación con mi esposo, mi vínculo con mis hijos: esos son mis cimientos. Si algo empieza a tambalearse, si surge tensión en estas relaciones, inmediatamente siento que estoy perdiendo terreno. Por eso nunca cedo en este aspecto. No sacrifico a mi familia por el trabajo, los viajes ni los proyectos. Si quiero estar presente para los demás, apoyar, inspirar y compartir mi energía, primero tengo que estar arraigada en lo que más importa. Solo cuando me siento conectada con quienes más quiero tengo la fuerza para estar presente para los demás. Y sé que esta es mi fuente. No las redes sociales, ni el éxito profesional, sino esta cercanía diaria con mi familia.
RP