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¡Ultimátum sí! ¡Ultimátum no!

¡Ultimátum sí! ¡Ultimátum no!

Donald Trump salta de ultimátum en ultimátum. Arancel por aquí, arancel por allá. Hasta que solo queda una pequeña cantidad de lo que decía querer. O nunca quiso. Pero fingió quererlo. ¿Credibilidad? Cero. Basta con que la parte amenazada ponga un pie en la puerta ... ¡y bum! O cambia la fecha límite. O la recorta sustancialmente.

Se está gestando una idea. Clara. Amenaza a los débiles. Teme a los fuertes. Humilló a Zelenski. Humilló al presidente de Sudáfrica. En el Despacho Oval. A plena vista. Pero... discretamente con los líderes de las grandes naciones. Alemania. El Reino Unido. Canadá. La UE. Y otros.

Quiere hacer historia. Pero no por las razones correctas. Un salón de baile en la Casa Blanca. Para cientos de personas. ¡Solo 200 millones de dólares! Una inversión muy económica comparada con los proyectos de la Reserva Federal, que ascienden a miles de millones.

Generaciones tras generaciones exclamarán eternamente: "¡Trump lo ordenó!"... "¡Trump lo construyó!"... "¡Trump gastó 200 millones de dólares!". Por cierto: ¿no fue él quien inventó un departamento para la eficiencia financiera de la Administración Federal? Para ahorrar billones. Está en el limbo. Sin Musk. Pero... funcionando.

Los textos de esta sección reflejan las opiniones personales de los autores. No representan a VISÃO ni reflejan su postura editorial.

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