Estética accesible

Inicialmente, la escena solo requería dos personas. En ella, Fiódor, el padre interpretado por Babu Santana, mantiene un tenso diálogo con Iván, uno de sus hijos, interpretado por Caio Blat. Pero en esta adaptación teatral de la novela de Dostoievski, Los hermanos Karamázov, otras presencias se imponen significativamente en la trama.
Además de los músicos Arthur Bragantini y Thiago Rebello, quienes aportan profundidad sonora a la narrativa, dos mujeres pasean entre los actores. Mientras hablan, Juliete Viana y Malu Aquino gesticulan alternativamente. Sus manos revelan la misma conversación entre Fiódor e Ivan, pero en lengua de señas brasileña.
Estrenada en el primer semestre del año en el Sesc Copacabana de Río y el Sesc Pompeia de São Paulo, la obra ofrece una característica única en comparación con otras producciones con accesibilidad para personas con discapacidad auditiva. En lugar de ser tratada como una ocurrencia tardía, con el intérprete relegado a un segundo plano, la traducción simultánea se integra en la producción.
"Normalmente, se recurre al equipo de accesibilidad una vez que la creación está lista. Pero esto es muy limitado", dice María Duarte, directora de producción de Los Hermanos Karamazov. "Como mucho, se puede decir lo que dicen los actores. Eso es demasiado poco para el disfrute artístico".
Al combinar el portugués y el libra en el mismo espacio escénico, la perspectiva integrada hace que la obra sea más atractiva para el público sordo, que no necesita apartar la vista de la acción para seguirla. Por otro lado, el enfoque en una interpretación coral, siempre con un grupo numeroso en escena y actores alternando roles, permite que la solución se desarrolle de forma natural, evitando cualquier incomodidad para el público oyente.
"No basta con incluir a los artistas con discapacidad; es necesario que co-creen. Esto significa que la accesibilidad deja de ser un recurso para convertirse en dramaturgia", afirma Edinho Santos.
Maria y Blat trabajaron juntos en la obra "Grande Sertão: Veredas", que recorrió el país tras su estreno en 2017. Cuando él decidió dirigir la adaptación teatral del clásico ruso —un sueño que había acariciado durante 20 años—, fue natural pedirle que se hiciera cargo de la producción. Inquieta por el enfoque tradicional de la accesibilidad en las artes escénicas, ella desafió al equipo a idear un nuevo enfoque.
Con el proyecto financiado mediante la beca Sesc Pulsar y la Ley Federal de Incentivos Culturales, la especialista Raíssa Couto asumió la coordinación del proceso. Contó con la colaboración de consultores con y sin discapacidad.
Inicialmente, existía la preocupación de hasta qué punto la accesibilidad podía comprometer el aspecto artístico de la obra. El punto de inflexión llegó cuando todo el equipo reconoció este elemento como un pilar tan importante como el vestuario, la iluminación y la escenografía. Así, los intérpretes experimentaron todas las etapas de su desarrollo en diálogo con los actores, recibiendo la misma remuneración.
"No fue fácil ni sencillo. Pero una vez que dejas de verlo como un problema y lo consideras desde otra perspectiva creativa, los desafíos se vuelven disfrutables y surgen las soluciones", dice la productora María Duarte, quien ahora se esfuerza por incorporar una programación digital accesible en las próximas temporadas.
La accesibilidad se convirtió en parte de la producción artística cotidiana, especialmente desde 2015, cuando el Estatuto de las Personas con Discapacidad comenzó a garantizar el acceso a la cultura para esta comunidad. Este requisito dio lugar a convocatorias públicas que exigían a los promotores ofrecer alternativas para incorporar la accesibilidad en las prácticas culturales.
Año tras año, el Ministerio de Cultura también viene fortaleciendo esta exigencia a través de instructivos normativos que regulan el uso de los recursos recaudados a través de la Ley Rouanet, mediante los cuales es posible la exención de impuestos.
Señales. Para la consultora Raíssa Couto, este es un movimiento sin vuelta atrás. – Imagen: Chris Almeida
"Nos guste o no, fueron las políticas públicas las que empezaron a guiar este movimiento", afirma la consultora Raíssa Couto. "La gente se vio obligada a pensar de maneras que nunca antes habían imaginado. Muchos lo criticaron, diciendo que costaría demasiado dinero. Pero cuando presentamos las posibilidades, se entusiasmaron, se involucraron, y surgió un hermoso movimiento de narrativas artísticas que consideraban la accesibilidad como una estética".
El nuevo escenario ha traído cambios. Si bien antes los productores se quejaban de la baja participación de personas con discapacidad en las proyecciones accesibles, este mismo público ahora se manifiesta y cuestiona la calidad de los recursos ofrecidos. También se comprende que garantizar solo una o dos proyecciones con estos principios dentro de una temporada larga no promueve realmente la inclusión.
"Quiero tener la oportunidad de ver una obra el día que pueda, no el día que decida el equipo de producción. De eso se trata ampliar el acceso", dice la actriz e intérprete Moira Braga, una de las consultoras de Los Hermanos Karamazov. Para ella, ciega, no tiene sentido producir una obra sin considerar exhaustivamente estos aspectos.
En Hereditary, su obra más reciente, tres actrices se turnan para hablar portugués y libra, además de narrar las acciones de cada escena mediante audiodescripción. Durante las funciones, no hay distinción entre el público: todos escuchan exactamente la misma versión, independientemente de su discapacidad visual o auditiva. «Lo que marca la diferencia es que las personas con discapacidad reflexionen sobre esto durante el proceso», explica Moira.
Este sentimiento lo comparte el actor sordo Edinho Santos. Protagoniza "OZ", una producción de la compañía Aquilombamento Ficha Preta que se estrenó en el Sesc Vila Mariana de São Paulo en junio y cerrará el festival Acessa BH en septiembre.
"Necesita ser horizontal. No basta con incluir a artistas con discapacidad; necesitan cocrear desde el principio", afirma. "Con esto, la accesibilidad deja de ser un recurso para convertirse en dramaturgia, sacando al cuerpo sordo de la excepción y colocándolo en el centro de la creación, con voz y poder propios".
Las normas de accesibilidad se han ampliado año tras año desde 2015
Este fue el caso de OZ, que narra la historia de amor entre un hombre sordo y una mujer oyente. Con la ayuda de un intérprete, el equipo buscó maneras de comunicarse con el actor desde la primera lectura del guion. Un resultado de esto fue, por ejemplo, la banda sonora de Dani Nega, llena de tonos profundos, percibida por el público sordo a través de su reverberación.
Según Aline Mohamad, autora del guion, una de las características distintivas de la obra es que proyecta una luz positiva sobre la realidad de las personas negras y con discapacidad. «La sociedad nunca ve estos cuerpos con amor y afecto, sino como un espacio de dolor, casi como una fetichización», afirma.
Para la consultora Raíssa Couto, este es un movimiento sin vuelta atrás, reforzado por el creciente reconocimiento de los artistas con discapacidad. Es el caso de Jéssica Teixeira, ganadora del Premio Shell 2024 a la Mejor Dirección por la obra "Monga", y del cineasta Daniel Gonçalves, ganador del premio a la Mejor Dirección de Documentales en el Festival de Cine de Río 2023 por su película "Assexybilidade".
Esta creciente penetración en diversas esferas creativas ha popularizado el término "def art", adoptado por la comunidad para celebrar sus propias creaciones. "El concepto es que lo usemos a nuestro favor y como nos parezca oportuno. Mi arte proviene de un lugar fuera de las normas de la mayoría. En este sentido, mi discapacidad no es un problema. ¡Todo lo contrario!", explica Moira Braga. "El arte es un espacio para reinventar realidades. Y tenemos el poder de desestabilizar las estructuras".
Publicado en el número 1371 de CartaCapital , del 23 de julio de 2025.
Este texto aparece en la edición impresa de CartaCapital bajo el título 'Estética Accesible'
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