Otra historia de ‘El meu avi’

Aprovechando el revuelo causado por el intento de cancelación de la habanera El meu avi, quisiera contar una historia que me atañe personalmente, y que no me había atrevido a contar por pudor. Por casualidades de la vida, yo conocí a Ortega Monasterio. Junto a dos amigos, Enric Castelló y Joan Aliu, actué en la cantada de Calella del año 1969 o 1970 (no lo recuerdo con precisión). Enric y yo éramos unos críos de 15 o 16 años. Nuestra ingenuidad era visible incluso en el nombre del grupo: Els Barrufets (pitufos). Cantábamos por los pueblos del Empordà traducciones de Dylan y Simon&Garfunkel. Éramos conocidos sobre todo en Palafrugell (donde residía Joan Aliu, que ya trabajaba y se había comprado un buen tocadiscos).
Nos invitaron a participar en la cantada de Calella, que cumplía entonces la tercera o cuarta edición y no tenía, ni de lejos, la repercusión de ahora. Nos reunimos con Ortega Monasterio en Palamós para hablar de ello. A pesar de la edad, yo era instintivamente antifranquista y puse condiciones a nuestra participación: “Cantaremos habaneras, pero en catalán”. Ortega contestó: “¡Eso no puede ser! ¡Las habaneras son en castellano!”. Insistí: “Si no es en catalán, no cantaremos”. Y él: “No existen habaneras en catalán”. Mi compañero Aliu precisó: “Tenemos una, ya encontraremos otras”. Ortega Monasterio cedió. Era un tipo corpulento, simpático, expansivo. Nos contó que era un militar antifranquista.
Cantamos tres habaneras. Si tu vinguessis, hermosa nena (tradicional); La coloma (traducción de La paloma de Iradier), y La gavina, del maestro Frederic Sirés, un venerable músico local. Al año siguiente, Ortega Monasterio, que inicialmente se oponía a las habaneras en catalán, compuso y cantó El meu avi. Enric Castelló ha muerto este año, Joan Aliu hace ya cuatro años. Esta historia ha sido narrada en la Revista de Palafrugell y la Revista del Baix Empordà . También la fama de La gavina, además de su gracia melódica, deriva de aquella participación, ya que Josep Tero, cantante ampurdanés de larga y fértil trayectoria, la aprendió de nosotros; y su amiga Marina Rossell la popularizó.
¡Mucha atención! El malestar está desbordando los diques institucionalesTodo esto no tendría importancia alguna, pero el hecho es que, sin darnos cuenta, aquella participación nuestra impulsó, de facto, el vínculo entre la catalanidad y la habanera que ahora todo el mundo da por sentado. La inteligencia o la astucia de Ortega Monasterio le llevó a darse cuenta de este posible fenómeno. Ortega no hubiera explorado esta vía si nosotros no hubiéramos encendido la chispa (eso sí: sin ser conscientes de ello).
El meu avi fue un éxito popular absoluto, espontáneo: y ese arraigo popular sigue vivo, como se vio en la cantada del sábado. La letra, como es sabido, describe una catalanidad inequívocamente española. Salvando las distancias, responde al mismo discurso de La Atlántida de Verdaguer o del Virolai, también de Verdaguer: “Dels catalans, sempre en sereu princesa; dels espanyols, estrella d’Orient”.
La participación de Els Barrufets en la cantada tuvo éxito, porque acto seguido nos invitaron a cantar en una fiesta privada ofrecida al almirante Carrero Blanco, que veraneaba en Aigua Xelida (Palafrugell). El pragmático franquismo local aprovechó muy bien el veraneo del primer ministro de Franco, puesto que la primera autovía catalana fue la que une Palafrugell con sus calas. Yo no quise cantar para Carrero, poco después dejé de actuar en público. Guardé la guitarra y las canciones como recurso de ligue: para un joven tímido como yo, era bastante eficaz (más Dylan que habaneras, por supuesto).
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Años después, en los ochenta, me sorprendió constatar que el Departament de Cultura de la Generalidad de Pujol incluyera las habaneras en los programas de cultura catalana en el extranjero. No dejaba de ser alucinante que algo que yo había forzado sin darme cuenta unos 15 años antes se hubiera convertido ya en tradición.
Ahora, las habaneras han vuelto a sorprender como pretexto de una revuelta popular. ¡Atención! La gente empieza a subvertir la política institucional: la semana pasada hubo tres ejemplos de ello: revuelta de las habaneras en Calella, revuelta contra el sistema de basuras en Girona, un gentío en Sabadell encargándose de los ocupas. ¡Mucha atención! El malestar está desbordando los diques institucionales.
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