Cinco tips para un día perfecto en la idílica Isla de Ré

A la isla de Ré se llega "sin necesidad de tomar el barco o el avión" como decía la canción que nos hacía soñar con un puente hasta Mallorca. En la costa atlántica francesa lo hicieron realidad y sí es posible llegar en coche, en bici o autostop (con un peaje de 16 euros, todo hay que decirlo).
Así de fácil es visitar uno de los rincones más bonitos de Francia, una isla estrecha con 30 kilómetros de longitud que parece el decorado de una película romántica. Todo es ideal, desde sus pueblos de casitas blancas con contraventanas en tonos pastel hasta sus largas playas de arena fina, pasando por el gran faro o los antiguos puertos fortificados, que hoy concentran el ambiente más animado.
Absolutamente todo está en su sitio para crear la postal perfecta. Por eso no sorprende que este sea uno de los destinos más exclusivos y deseados por los franceses, que adoptan su imagen más tópica (bicicleta, baguette en la cesta y camiseta de rayas) para no desentonar con el paisaje. Si solo tienes un día para disfrutarla (o no quieres perder tiempo decidiendo) aquí va una ruta perfecta para saborear la isla sin prisas y con todo lo imprescindible.
Alquila una biciEste es el mejor consejo que te pueden dar. La isla es prácticamente plana y está atravesada por kilómetros de carril bici que conectan todos sus pueblos, de hecho, hay zonas por las que solo es posible moverse en bici. Pedalear por caminos entre viñedos, marismas y playas larguísimas es una experiencia maravillosa. Hay tiendas de alquiler en todos los núcleos principales, así que no hay excusas.
Empieza el día en La FlotteLa Flotte es una de las grandes poblaciones que te reciben en la isla y una joya que merece una parada, aunque te cueste aparcar. Su puerto fortificado, sus calles repletas de flores y su buen ambiente consiguen que te metas de lleno en su filosofía slow.
Problemas olvidados en la Francia continental y prisas evaporadas tras un paseo por sus calles llenas de tiendas que derrochan estilo, es el momento de poner rumbo hacia su mercado de origen medieval. Bajo su techo se exponen productos típicos de la zona y muchos platos preparados para organizar un pícnic en la playa. Un poco de queso, una quiche, ensaladas de productos frescos, pan que ya solo olerlo alimenta y, por supuesto, no te olvides del postre.
Busca tu playa perfectaCon el picnic ya en la mochila, toca elegir playa. Las hay de todo tipo: familiares, salvajes, escondidas o amplias y abiertas al Atlántico. Si te va lo tranquilo, prueba en la Plage de la Cible, cerca de Saint-Martin. Si prefieres un aire más salvaje, apunta hacia Conche des Baleines, unas de las más bonitas que has visitado. También es buena opción la de Radia, una de las más largas de la isla En todas encontrarás arena suave, aguas transparentes y esa luz atlántica que tan fácil enamora. Eso sí, cuanto más te alejes del puente de acceso, más fácil será encontrar un lugar tranquilo.
Tarde de faroUno de los iconos de la isla es el faro de Baleines, una la majestuosa torre de piedra de 57 metros de altura que se alza en el extremo occidental de la isla. Puedes subir los 257 escalones para disfrutar de una vista de 360° sobre el mar, las marismas y los pinares, con un horizonte que parece no tener fin. Al pie del faro, encontrarás la vieja torre de Vauban, que data de 1682 y hoy alberga un pequeño museo sobre la historia de los faros.
El atardecer que te merecesPara cerrar un día completo e inolvidable, nada como dejarse caer por el puerto de Saint-Martin-de-Ré, uno de los más bonitos y también más animados. El lugar lo tiene todo: murallas históricas, ambiente, estilazo, tiendas de artesanía y una buena oferta de terrazas donde cenar viendo pasar barcos y bicicletas. Por su puesto, en el menú no pueden faltar pescados de la zona, los típicos mejillones con patatas fritas y las típicas y afamas ostras.
Si has seguido el plan al pie de la letra, ya tendrás arena en los pies, sal en la piel y una sonrisa de oreja a oreja. El poder de la isla de Ré ha hecho efecto.
20minutos