Egipto: un pivote regional, no un foco de crisis

A mediados de junio de 2025, Egipto impidió el paso a decenas de activistas internacionales, incluyendo ciudadanos de Estados Unidos, Europa y África, que llegaron a El Cairo para participar en la "Marcha Global a Gaza" en solidaridad con la población palestina. Según AP News , varios participantes fueron interceptados, arrestados o deportados ya en el Aeropuerto Internacional de El Cairo.
Fuentes sobre el terreno informaron de incidentes de abuso, intimidación e incluso secuestro (al menos tres) de organizadores. Algunos activistas también denunciaron la distribución de alimentos contaminados con clavos como una forma de sabotaje físico, según informó WSWS.org .
El gobierno egipcio justificó las medidas por razones de seguridad: la zona entre El Arish y Rafah fue declarada zona militar prohibida y se reprimió toda actividad política para “evitar la desestabilización regional” ( Reuters , Atlantic Council ).
Una sociedad cansada y desilusionadaMás de 40 canadienses que participaban en una marcha mundial a Gaza fueron detenidos en Egipto y se les impidió llegar a la frontera del enclave devastado por la guerra. https://t.co/zOujtzg0ir
– CityNews Toronto (@CityNewsTO) 13 de junio de 2025
El descontento popular en Egipto, ya generalizado por razones económicas, se ha intensificado con la gestión autoritaria de la cuestión palestina. La población egipcia acusa al gobierno de Abdel Fattah al-Sisi de haber traicionado la causa palestina y de alinearse con los intereses israelíes y estadounidenses.
Un análisis del Wall Street Journal destacó lo difícil que se ha vuelto criticar abiertamente “una dictadura pro-Israel”, señalando que las restricciones impuestas a Gaza por Egipto y Jordania son casi idénticas , lo que alimenta la ira popular.
En las redes sociales, las imágenes de los arrestos y deportaciones han creado fracturas visibles en el tejido social egipcio . La etiqueta #RafahClosed se ha vuelto viral, contribuyendo a una creciente desconfianza hacia las élites políticas en el... golosinas.
El Triángulo El Cairo-Riad-Teherán: Una convergencia tácticaAl mismo tiempo, se ha producido un acercamiento táctico entre Egipto, Arabia Saudita e Irán . El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ha declarado públicamente que Riad apoya a Irán en el conflicto con Israel, lo que marca un cambio notable en el tono de la tradicional hostilidad entre suníes y chiítas.
Esta convergencia El Cairo-Riad-Teherán no representa todavía una alianza estructural, sino que constituye un pacto táctico basado en la oposición común a la línea Estados Unidos-Israel y en la gestión de los equilibrios en Oriente Medio.
Sin embargo, esta ambigüedad crea fricciones con Washington , que envía a El Cairo alrededor de 1.300 millones de dólares de ayuda militar cada año, como recuerda IndiaTimes .
¿Pero cómo es posible esta ambivalencia del gobierno egipcio?Lo que parece una contradicción –por un lado, la represión egipcia de la solidaridad pro Gaza , por otro, una convergencia táctica entre Egipto, Arabia Saudita e Irán contra la línea Estados Unidos-Israel– es en realidad el reflejo de una estrategia ambivalente y defensiva del régimen egipcio, determinada por la necesidad de equilibrar las presiones externas y la estabilidad interna .
Así es como se puede explicar de forma coherente:
Una política exterior ambivalente para sobrevivir entre las potenciasEl gobierno de Al Sisi no dispone de plena autonomía , sino que se mueve entre las limitaciones geopolíticas impuestas por Estados Unidos (ayuda militar, dependencia económica) y la necesidad de no alienar el consenso regional , especialmente en el mundo árabe-islámico.
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La convergencia con Teherán y Riad es una maniobra táctica. Es necesaria:
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Para frenar el aislamiento diplomático,
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para demostrar a sus socios del Sur global una postura “independiente” ,
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para contener las críticas internas y regionales sobre su pasividad en el conflicto de Gaza.
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Pero esto sucede a nivel estatal y diplomático , con cálculo frío y retórica calibrada.
Represión interna para controlar la disidenciaPor el contrario, la represión de las protestas y la censura de la «Marcha Global a Gaza» son medidas políticas internas . El gobierno egipcio teme:
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que la solidaridad con Gaza se convierta en un catalizador para un levantamiento más amplio (siempre latente con la fuerza de la "Hermandad Musulmana" en la sociedad) ,
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que el movimiento pro-palestino une fuerzas con la oposición política (Hermanos Musulmanes, activistas seculares, sindicatos),
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y que se abre un frente inmanejable a lo largo de la frontera de Rafah , una zona ya sensible desde el punto de vista militar y de contrabando.
En resumen: el gobierno no reprime la solidaridad palestina como tal, pero teme que se convierta en un pretexto para la inestabilidad interna .
Una doble cara para dos públicosEsta ambigüedad es típica de los regímenes autocráticos que viven bajo presión:
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En el interior , el poder se muestra rígido, reprime las plazas, evita toda movilización que no controla;
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Exteriormente , utiliza una retórica panárabe o islámica para acreditarse como un actor soberano alineado con la “causa palestina”.
Se trata de un juego de dos caras , en el que Al Sisi no quiere ser percibido como un títere de Occidente ni como un enemigo abierto de Israel, sino como un interlocutor indispensable para ambas partes.
La contradicción entre la represión interna y las convergencias tácticas externas no es real, sino aparente. Refleja la fragilidad estructural del régimen egipcio , obligado a desempeñar múltiples roles para sobrevivir.El Cairo no se está alineando realmente con Gaza, ni contra Israel, ni con Teherán. Más bien, intenta evitar el colapso , manteniendo el control interno y ganando tiempo en el cambiante panorama de Oriente Medio.
Relaciones con Irán y Arabia Saudita. Las relaciones de Egipto con Irán y Arabia Saudita reflejan un delicado equilibrio geopolítico. Egipto se ha alineado históricamente con Arabia Saudita, que, junto con los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, ha proporcionado miles de millones de dólares en ayuda económica desde 2013 para apoyar al régimen de Sisi. Este eje sunita se opone a la influencia iraní, percibida como una amenaza debido al apoyo de Teherán a grupos como Hezbolá y los hutíes. Sin embargo, el acercamiento de 2023 entre Arabia Saudita e Irán, mediado por China, ha complicado la dinámica regional, ya que Egipto busca mantener una postura neutral para no distanciarse ni de Riad ni de Teherán.
Egipto no tiene interés en un conflicto directo con Irán, pero su postura inflexible hacia el nuevo liderazgo sirio, apoyado por Turquía e indirectamente por Arabia Saudí (después de Asad), indica una cautela estratégica para no perder el apoyo de Riad. Además, El Cairo se opone a propuestas como la de Trump de transformar Gaza en una "riviera de lujo" controlada por Israel, proponiendo en su lugar un plan de 53 000 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza, lo que demuestra su intento de mantener un papel de liderazgo regional. Estos factores sugieren que Egipto está gestionando con cautela las "peligrosas convergencias" de las potencias regionales sin verse directamente abrumado por ellas.
Esta estrategia, aunque comprensible desde una perspectiva de realpolitik, tiene costos:
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En el frente interno , la desconfianza y la percepción de hipocresía están aumentando;
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A nivel regional , hace que El Cairo sea menos creíble a los ojos de las poblaciones árabes;
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en las relaciones con Washington , abre una ambigüedad que corre el riesgo de comprometer la ayuda futura, especialmente en un clima político estadounidense cada vez más polarizado.
La inestabilidad política está entrelazada con una profunda crisis económica interna :
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El sector turístico, vital para la economía egipcia, ha experimentado un descenso de entre el 10% y el 30% interanual.
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El Canal de Suez ha sufrido una reducción del 40% en sus ingresos, tanto por el conflicto en el Mar Rojo como por la creciente competencia de los corredores euroasiáticos ( Wikipedia ).
Al mismo tiempo, la represión continúa intensificándose, generando un círculo vicioso entre el autoritarismo y la ira social . Los analistas creen que el equilibrio entre la coerción y el consentimiento se está desmoronando , abriendo paso a un posible escenario de colapso interno.
Miedo a un nuevo frente de crisisSi el descontento estallara en un levantamiento masivo, Egipto podría convertirse en un nuevo foco de tensión regional .
Con su papel central:
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en el control del cruce de Rafah ,
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en la gestión diplomática del asedio a Gaza ,
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y en la protección del tránsito comercial y militar en el Mediterráneo Oriental ,
Una crisis sistémica en Egipto tendría consecuencias desastrosas para la seguridad y la estabilidad de toda la región. Israel, Estados Unidos, la UE y la ONU se verían directamente involucrados, y sus intereses estratégicos se verían comprometidos.
Conclusión: Egipto como centro de gravedad del MediterráneoEl gobierno egipcio sigue un camino peligroso: por un lado reprime con fuerza cualquier disidencia y por otro se acerca a las potencias regionales (Irán, Arabia Saudita) de manera oportunista e inestable.
Esta situación podría convertir a Egipto en la próxima gran crisis geopolítica . Su caída, aunque sea parcial, comprometería el frágil equilibrio del Mediterráneo, bloqueando las rutas comerciales, aumentando la inestabilidad energética y desencadenando nuevas oleadas de migración y yihadismo.
Es hora de que la diplomacia occidental abandone la visión instrumental de Egipto como un simple bastión antiterrorista o un receptor pasivo de ayuda estratégica. Se necesita una nueva política regional , capaz de reconocer al pueblo egipcio como sujeto histórico y actor central , y no como un peón en la dinámica de poder global.
Sin embargo, esta renovada atención no puede basarse en medidas abstractas ni en modelos preestablecidos . La experiencia de las llamadas Primaveras Árabes —tanto en Egipto como en Siria— ya ha demostrado los desastres derivados de las intervenciones ideológicas y la ilusión de exportar la democracia según los modelos occidentales.
Un enfoque como el que caracterizó la gestión del caso Regeni, basado en el moralismo selectivo y la presión unilateral, sólo endurecería las relaciones y acentuaría el cierre defensivo y la sospecha.
Por el contrario, lo que se necesita hoy es un diálogo profundo y realista entre los Estados , basado en la comprensión de las dinámicas internas, el respeto de las especificidades culturales y el abandono de cualquier ambición hegemónica.
Un entendimiento y una colaboración cada vez más profunda entre los Estados, sin manía de poder ni imposición de modelos externos, es el camino en el que todos pueden colaborar.
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