Trastornos alimentarios: 3 millones de pacientes en Italia, 8 de cada 10 son mujeres

En Italia, más de 3 millones de personas viven con un trastorno alimentario, que incluye anorexia, bulimia y trastorno por atracones. La anorexia nerviosa por sí sola afecta aproximadamente al 1% de la población, con más de 540.000 casos, el 90% de los cuales son mujeres. Según el Istituto Superiore di Sanità, la edad de aparición más frecuente se sitúa entre los 15 y los 25 años, pero los casos entre menores están aumentando: durante el primer semestre de 2020, los nuevos diagnósticos de trastornos alimentarios crecieron un 40% respecto al año anterior.
También en Europa el panorama es preocupante: la prevalencia en niños alcanza el 2%, la más alta a nivel mundial. Cifras que resaltan la urgencia de un abordaje basado en fundamentos clínicos sólidos y no condicionado por simplificaciones mediáticas o narrativas ideológicas. En vista del Día Mundial de los Trastornos Alimentarios, que se celebra el 2 de junio en todo el mundo, la Sociedad Italiana de Psiquiatría (SIP) invita a llamar la atención sobre la complejidad de los trastornos alimentarios, que durante mucho tiempo se han reducido a problemas “culturales” o de simple imagen corporal.
Positividad corporal contra los estereotipos“En los últimos años”, observa Liliana Dell’Osso , psiquiatra y presidenta de la SIP, “la atención mediática ha aumentado y las campañas para combatir los estereotipos estéticos y los estímulos sociales negativos se han multiplicado. Sin embargo, este impulso comunicativo a menudo ha generado confusión, superponiendo diferentes conceptos —salud y política, enfermedad y cultura, naturaleza y medio ambiente— y descuidando la base clínico-biológica de la enfermedad. Un claro ejemplo es el movimiento de positividad corporal, donde la justa lucha contra los estereotipos estéticos se ha fusionado con el principio de inclusión, pero con el riesgo de fomentar, sin saberlo, comportamientos incorrectos o dificultar el acceso a la atención médica”.
Salud mental y físicaPor lo tanto, es esencial encontrar un equilibrio entre la salud mental y la salud física. “El sobrepeso, por ejemplo –explica–, no debería ser motivo de vergüenza ni de exclusión social, pero sí debería corregirse para prevenir complicaciones metabólicas y cardiovasculares, que a veces pueden ser graves”. Otro riesgo lo representan las llamadas “coartadas ideológicas”, que pueden legitimar estados patológicos extremos –tanto en exceso como en defecto–, obstaculizando la concienciación y el acceso a las terapias. En particular, el presidente de la SIP subraya cómo una visión exclusivamente ambiental de los trastornos alimentarios ha eclipsado un factor determinante: la vulnerabilidad neurobiológica individual. “En muchos pacientes se observan rasgos del espectro autista, como la rumia mental sobre intereses estrechos”, explica Dell’Osso. “En las niñas, estos aspectos a menudo pasan desapercibidos debido a estrategias de camuflaje social”.
AnorexiaIncluso la historia clínica muestra que los trastornos alimentarios no son un “producto de la sociedad moderna”. Síntomas y comportamientos compatibles con la anorexia están documentados en diferentes épocas y contextos culturales, demostrando que no todo puede remontarse a los modelos estéticos impuestos por la contemporaneidad. «Así como no todas las personas desarrollan un trastorno postraumático tras un evento estresante —concluye Dell'Osso—, tampoco todas reaccionan a los estímulos ambientales con un trastorno alimentario. Necesitamos una mayor concienciación sobre los factores de vulnerabilidad individuales para garantizar un diagnóstico precoz y tratamientos más eficaces».
repubblica