Virus del Nilo Occidental: 10 casos desde principios de año, 7 en Latina, pero los datos están en línea con 2024.


La tendencia epidemiológica de los casos de virus del Nilo Occidental en humanos a nivel nacional es consistente con la de años anteriores. Esto fue aclarado por el Ministerio de Salud tras el fallecimiento de una mujer de 82 años en la provincia de Latina. Este hallazgo también se confirma con los datos publicados por el Instituto Nacional de Salud (Istituto Superiore di Sanità), que muestran que desde principios de año (hasta el 20 de julio), se han confirmado 10 casos en Italia, 7 de ellos en Lacio, todos en la provincia de Latina.
De los siete casos notificados por la Región del Lacio —explica el ISS—, seis presentaron la forma neuroinvasiva y un caso solo presentó síntomas febriles. Cuatro casos son varones y los tres restantes, mujeres. La mediana de edad es de 72 años (rango: 63-86).
A lo largo de 2024, se reportaron 460 casos al sistema de vigilancia, de los cuales 272 fueron neuroinvasivos y resultaron en 20 fallecimientos. El boletín del 24 de julio de 2024 reportó 13 casos confirmados, sin fallecimientos.
Pero ¿qué está pasando? «En los últimos años, tanto en Italia como en el resto de Europa», explican expertos de la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental (SIMA), «estamos asistiendo a un cambio profundo y silencioso en la geografía de las enfermedades infecciosas, una evolución que no tiene el rugido de una pandemia mundial, sino que se está infiltrando en nuestra vida cotidiana».
Entre 2006 y 2023, Italia registró más de 1500 casos de dengue y más de 140 casos de chikunguña importados. Sin embargo, la cifra que requiere una reflexión urgente, según Sima, es el número de casos autóctonos: casi 500 personas contrajeron estas enfermedades en todo el país. Los virus son transmitidos por el mosquito tigre, Aedes albopictus, una especie invasora ya establecida en toda la península, favorecida por el aumento de las temperaturas medias, los inviernos suaves y los veranos cada vez más largos. Las zonas de mayor riesgo son las zonas costeras y las periferias urbanas, donde la combinación de alta densidad de población y microambientes húmedos, como desagües, macetas y cubos de basura, crea el hábitat ideal para la reproducción de los mosquitos.
El aumento de las temperaturas globales, sumado a la mayor frecuencia de fenómenos extremos como lluvias repentinas, inundaciones y sequías que se alternan con humedad persistente, está alterando la distribución de vectores como mosquitos, garrapatas y flebótomos. El informe "Cambio climático 2022" del IPCC señala que el riesgo de transmisión arboviral del dengue, la chikunguña, el zika y la fiebre amarilla ha aumentado un 30 % a nivel mundial solo en la última década. En Europa, los casos autóctonos de dengue aumentaron un 600 % entre 2010 y 2022, pasando de 10 episodios conocidos en 2010 a más de 70 en 2022. Si no se controla, esta tendencia irá en aumento.
¿Qué podemos hacer, concretamente, para proteger la salud pública? «Ante todo, es necesaria una vigilancia entomológica y virológica constante, especialmente durante los meses cálidos, de mayo a octubre. La prevención también implica acciones cotidianas: eliminar el agua estancada en los patios, vaciar los maceteros, cubrir los cubos de basura, usar mosquiteras y repelentes, especialmente al anochecer», explica el presidente de SIMA, Alessandro Miani. «Sin embargo, a nivel sistémico, es esencial integrar la salud humana, animal y ambiental según el enfoque «Una Salud», reconocido por la OMS como la forma más eficaz de abordar los nuevos desafíos sanitarios. Las intervenciones de planificación urbana específicas, la regulación del uso de plaguicidas, la mejora del drenaje urbano e incluso el cribado de viajeros procedentes de zonas endémicas contribuyen a fortalecer la resiliencia generalizada».
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