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Sánchez no es creíble contra la corrupción

Sánchez no es creíble contra la corrupción

Sus socios recelan de las propuestas para impedir otra trama corrupta, pero no le retiran su apoyo. Feijóo le pone frente al espejo de sus contradicciones por presentarse como "un político limpio".

La incógnita que debía resolver ayer el pleno extraordinario en el Congreso de los Diputados sobre la corrupción en el PSOE era si los socios de Pedro Sánchez creían sus explicaciones sobre lo sucedido y le concedían crédito para poner en marcha medidas para evitar que pueda volver a suceder algo así en el futuro. Y, a tenor por sus intervenciones, queda claro que el presidente no resulta creíble ni siquiera para sus socios cuando habla de luchar contra la corrupción. Entre otras cosas, porque a pesar de haber sido él quien nombró a los imputados en la causa por el cobro de mordidas a cambio de obra pública, sólo se ha limitado a pedir perdón, pero sin asumir mayores responsabilidades. Y porque todos los cortafuegos aplicados en el PSOE y en el Gobierno desde que Sánchez dirige ambos no han impedido las irregularidades ahora investigadas por la Justicia. Cuestión distinta es que eso suponga que vayan a forzar la caída del Gobierno de coalición. Así que, de forma paradójica, el presidente sale políticamente reforzado gracias a la tolerancia de sus aliados, sobre todo de Sumar, a los graves casos de presunta corrupción que implican al círculo familiar y político de Sánchez.

Plan cosmético

El presidente intentó calmar las aguas con el enésimo plan cosmético frente a la corrupción, asumiendo la mayoría de las propuestas de Yolanda Díaz al respecto. Pero de nuevo se trata de un catálogo deslavazado de iniciativas bienintencionadas, algunas anunciadas hace meses o redundantes con las ya existentes, pero que de haber estado en vigor no habrían servido para impedir la operativa de la trama creada y sostenida por los dos últimos secretarios de Organización del PSOE desde al menos el año 2020, apenas unos meses después de que echase a andar el segundo gabinete formado por Sánchez, ya con Podemos dentro del mismo. Quizá por ello, la portavoz de esta formación, Ione Belarra, arremetió con dureza contra el líder socialista y achacó la incomodidad que éste dijo tiempo después haber sentido por tener a representantes de Podemos en el Consejo de Ministros al reprobable comportamiento de algunos dirigentes del PSOE con los recursos públicos y las mujeres.

Ofensiva de Feijóo

Quien puso al presidente del Gobierno frente al espejo de sus contradicciones tras haberse presentado en el debate parlamentario como un "político limpio" que ha sido engañado por sus colaboradores fue Alberto Núñez Feijóo. El líder de la oposición utilizó un tono inusualmente duro con Sánchez para reprocharle que tratara de escudarse en los casos de corrupción que afectaron al PP en el pasado, acusándole de haber sido "partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución" y recordando que su mujer, Begoña Gómez, está siendo investigada por tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e intrusismo. Feijóo escenificó con ello la ruptura total con un Gobierno que considera terminal y al que sus propios socios alertaron de que está en tiempo de descuento, aunque Sánchez insista en agotar la legislatura.

Señalamiento a las empresas

En vez de presionar al presidente, sus aliados apuntaron a las compañías que, según la investigación judicial, realizaron pagos a Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García, tratando de descargar en el sector empresarial toda la responsabilidad de la corrupción. Un señalamiento fundado en prejuicios ideológicos caducos contra la iniciativa privada que fue replicado por el presidente de CEOE, Antonio Garamendi: "El corruptor es el que tiene el poder, y el que tiene el poder es quien lo gestiona", dijo en referencia a los responsables públicos. En el ámbito empresarial preocupa que la crisis generada por la corrupción en el PSOE, que ha llevado a la Comisión Europea a denunciar el "alto riesgo" existente en la concesión de contratos en nuestro país, acabe afectando a la inversión extranjera. ¿Qué imagen de la economía española ofrece un presidente del Gobierno encastillado al que sus aliados mantienen en el poder sólo para evitar la alternancia democrática?

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