FlexJob: Porque todos somos necesarios

En Portugal, miles de personas con esclerosis múltiple se enfrentan a una disyuntiva injusta: trabajar en condiciones precarias o renunciar a sus empleos. Dinamarca demuestra que hay otra solución.
El modelo FlexJob es un ejemplo de inclusión real y podría ser la clave para transformar nuestro mercado laboral.
En un país que a menudo habla de inclusión, igualdad y cohesión social, todavía faltan soluciones concretas para las miles de personas con enfermedades crónicas que quieren —y pueden— seguir trabajando.
Dinamarca ofrece un ejemplo inspirador con su programa FlexJob, una solución diseñada para integrar en el mercado laboral a aquellos cuya capacidad laboral está reducida de forma permanente, como las personas con esclerosis múltiple.
FlexJob permite a estos ciudadanos desempeñar funciones adaptadas a sus limitaciones, con horarios adaptados, la posibilidad de teletrabajo y soporte técnico. La mayor innovación del modelo danés reside en su pragmatismo: el Estado comparte la responsabilidad con el empleador, ofreciendo subsidios que compensan la menor productividad. Los trabajadores reciben un salario justo por el trabajo que realizan, manteniendo al mismo tiempo su dignidad y utilidad social.
En Portugal, la realidad es muy distinta. Muchos ciudadanos con esclerosis múltiple u otras enfermedades crónicas se ven obligados a dejar sus trabajos, no por falta de voluntad, sino por falta de alternativas. El sistema laboral sigue siendo rígido y poco preparado para abordar la diversidad funcional. El resultado es exclusión y dependencia.
Importar el modelo FlexJob a Portugal no significa copiar, sino adaptar. Requiere voluntad política y visión estratégica. Implica crear un marco legislativo que reconozca el derecho a trabajar con adaptaciones, ofrecer incentivos a los empleadores, capacitar a los recursos humanos e implementar mecanismos de evaluación justos. Es más: requiere sensibilidad.
El Instituto de Empleo y Formación Profesional (IEFP) puede ser el motor de este cambio. Evaluar a los trabajadores, apoyar a las empresas, desarrollar programas de reciclaje profesional y supervisar las vías de reinserción son misiones que ya forman parte de su mandato. Queda por dotarles de las herramientas adecuadas. La colaboración con las asociaciones de pacientes también será crucial para garantizar una respuesta adaptada a la situación actual.
Un sistema de FlexJob al estilo portugués sería una prueba de madurez democrática. Demostraríamos que somos capaces de construir un mercado laboral más justo, inclusivo y humano. No es caridad. ¡Es justicia y eficiencia social!
Dinamarca ya ha demostrado que es posible. La pregunta ahora es simple: ¿queremos ser un país donde todos cuenten?
Paula Oliveira da Silva, licenciada en Sociología, posgraduada en Sociología del Trabajo y de la Empresa
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