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Eduardo Gageiro. La lente de la libertad

Eduardo Gageiro. La lente de la libertad

Dijo que la fotografía es un "arte mecánico". "Captura el momento, una expresión, un sentimiento, un acontecimiento que jamás se repetirá". Inmortalizó algunos de los momentos históricos del 25 de abril que lo consagraron como uno de los más grandes fotógrafos portugueses del siglo XX: la reunión de los militares en Terreiro do Paço, el ataque a la sede de la PIDE, la policía política de la dictadura, y el momento en que el capitán Salgueiro Maia se dio cuenta del triunfo de la revolución... Una de sus fotografías más icónicas muestra a un soldado tomando la foto del dictador portugués del muro, símbolo del cambio que se había producido. Dijo varias veces que ese fue el día más feliz de su vida.

Durante la dictadura, capturó con su lente las precarias condiciones en las que vivía gran parte de la población portuguesa, y fue arrestado varias veces por la PIDE. «Me causó una profunda impresión. No podía mirar a través de los barrotes dobles; ver las mariposas y los pájaros afuera me causaba una angustia increíble. Y precisamente para evitar ver esos barrotes, me giraba hacia la pared. Eso me traumatizó tanto que durante años no podía estar en un lugar sin tener algo que mirar. Pero no me hicieron daño», dijo en una entrevista con Nascer do SOL en 2014.

Siempre llevaba la cámara al hombro: «Siempre, siempre, siempre llevo la cámara. No habría sacado muchas fotos si no la hubiera llevado. Si alguna vez he perdido fotos, ha sido por hablar. Ahora, si estoy en un evento, no hablo con nadie. Tengo que estar completamente concentrado. A veces, incluso mis compañeros se enfadan», admitió entonces.

Antes de convertirse en fotógrafo, cuando trabajaba en la Fábrica de Loiça de Sacavém entre 1947 y 1957, siempre tenía fotos en el cajón que coloreaba a mano, lo que le valió algunas reprimendas de su jefe. Pero, como reveló en la misma entrevista, «no todo fue negativo», ya que allí pasaba su tiempo a diario con pintores, escultores y obreros, quienes influyeron en su decisión de dedicarse al fotoperiodismo.

Eduardo Gageiro falleció en la madrugada del miércoles, a los 90 años, en el Hospital dos Capuchos, en Lisboa, “en paz, rodeado de su familia, con todo el amor y el consuelo”, declaró a Lusa su nieto, Afonso Gageiro, quien reveló también que su abuelo “mantuvo una enorme fuerza de voluntad y agilidad mental, superando la prolongada enfermedad que le costó la vida”.

Nació en Sacavém en febrero de 1935 y, con tan solo 12 años, publicó su primera fotografía en el Diário de Notícias, obteniendo elogios en primera plana. En 1957, comenzó su carrera como fotoperiodista para el Diário Ilustrado. Además, fue fotógrafo de O Século Ilustrado, Match Magazine, editor de la revista Sábado, y trabajó para Associated Press (Portugal), la Companhia Nacional de Bailado, la Assembleia da República, la Presidencia de la República, para Deustche Gramophone (Alemania), Yamaha (Japón) y para Cartier, como se indica en su biografía en su sitio web oficial, donde tenemos acceso a su extenso portafolio. En 1975, el concurso World Press Photo le otorgó el segundo premio en la categoría de Retratos con una imagen del general António Spínola para el diario O Século, fechada el 1 de enero de 1974.

Me enteré del golpe por amigos, que me llamaron y me dijeron: “Ya es hora. Ve a Terreiro do Paço. Trae todos los panecillos”. Y fui. Pero al llegar, un soldado me dijo: “No puedes pasar”. Y yo, con mucha osadía, le dije: “Por favor, llévame con el comandante, soy su amigo”. No era amigo del comandante, ni siquiera sabía quién era. Así que el soldado, ingenuamente, le dijo a un compañero: “Lleva a este señor con el comandante”. Llegué y me presenté. Y el tipo me dijo: “Salgueiro Maia”. Aunque parezca mentira, le doy mi palabra de honor: me conocía por las portadas que hice para O Século Ilustrado. “Puedes venir conmigo””, recordó en 2014, refiriéndose al día de la Revolución de los Claveles.

Durante su dilatada carrera, fotografió en más de 70 países, incluyendo dictaduras: Irak, Cuba, la Unión Soviética, China, Israel, etc. Terminó trabajando como freelance y nunca abandonó su sello personal: el blanco y negro. «Es más directo, más dramático. También me gusta porque soy quien revela los rollos y amplía las fotografías. Estoy presente en todo momento, desde el momento en que se graba la película hasta el final. Me produce un placer que no quiero olvidar», comentó a nuestro periódico.

Jornal Sol

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