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¿Por qué tener más plata no siempre sería igual a ser feliz?

¿Por qué tener más plata no siempre sería igual a ser feliz?

Dinero y felicidad

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La creencia de que el dinero da la felicidad ha sido, por muchos años, tema de debate, pues hay quienes que los ingresos no deberían ser inherentes al estado de ánimo de las personas, poniendo pro encima cuestiones como el crecimiento personal y el valor de los seres queridos, mientras que hay quienes aseguran que los ingresos económicos permiten hacer diversas actividades que, de alguna u otra manera, alegran más el día a día.

Esta discusión tiene sus orígenes en la década de 1970, cuando el economista estadounidense Richard Easterlin, considerado por muchos expertos como el 'padre de la economía de la felicidad' comenzó a analizar la relación directa entre ingresos y felicidad, encontrando que, así el dinero pueda servir para mejorar la calidad de vida, no es una prenda de garantía para una felicidad sostenida. A esto se le conoce como la paradoja de Easterlin.

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El economista norteamericano descubrió que en un mismo país, las personas con mayor poder adquisitivo tiene mayores niveles de felicidad, pero al hacer la comparación entre países, encontró que más riqueza no garantiza una mayor felicidad.

Dinero y felicidad

Dinero y felicidad

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En este orden de ideas, se puede entender que si el producto interno bruto (PIB) de un país crece, la felicidad promedio de dicha nación se mantiene en niveles estables. Es decir, que el dinero puede mejorar el bienestar hasta cierto punto, pero no asegura que la felicidad sea sostenida a lo largo de la vida.

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Por lo tanto, el hecho de que el dinero pueda dar felicidad depender da las condiciones económicas de cada país. En el caso de las naciones en vía de desarrollo, el aumento de los ingresos impulsan más los niveles de felicidad al cubrir necesidades básicas. Mientras que en los países desarrollados, el dinero no tiene tanto peso, por lo que acumular más riqueza no se traduce en mayor felicidad.

¿Por qué no siempre?

De acuerdo con el economista, ha dos situaciones que hacen posible esto:

1. Comparación sociales: las personas suelen evaluar su éxito o bienestar en relación con su entrono. Un aumento salarial no genera más felicidad si también mejora para las personas de su círculo cercano.

2. Adaptación hedónica: las personas se acostumbraron rápidamente a las mejoras materiales. Por ejemplo, el efecto positivo de tener un nuevo carro o recibir un aumento de salario se desvances con el tiempo.

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