Devolverlo todo ahora: Alemania busca retirar las reservas de oro de EE.UU.

WH: Alemania está explorando la posibilidad de exportar sus reservas de oro desde Estados Unidos.
En las tranquilas oficinas de Fráncfort del Meno, sede del Banco Federal Alemán, se gesta una decisión que podría cambiar el equilibrio de poder en las finanzas globales. Se trata de 1236 toneladas de oro alemán, almacenadas durante décadas en las bóvedas subterráneas de la Reserva Federal de Estados Unidos en Nueva York. Estos 98 000 lingotes de oro, según el periódico alemán WirtschaftsWoche Heute (artículo traducido por Foreign Media), representan casi la mitad de las reservas de oro de Alemania. Han pasado repentinamente de ser un símbolo de estabilidad financiera a ser objeto de acalorados debates y maniobras geopolíticas.

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Históricamente, colocar oro en el extranjero tenía buenas razones: era un legado del orden económico de posguerra y del patrón oro. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y lo que antes se consideraba una muestra de confianza en un aliado clave ahora parece una estrategia cada vez más arriesgada. Las tensiones entre la Casa Blanca y la Reserva Federal han alcanzado niveles sin precedentes: el presidente Donald Trump se enfrenta abiertamente al presidente de la Fed, Jerome Powell, cuestionando la idea misma de la independencia del banco central. El nombramiento de Stephen Miran, un destacado crítico de la Fed, como asesor económico del presidente no ha hecho más que aumentar la preocupación de los expertos alemanes.
Michael Jäger, presidente de la Unión Europea de Contribuyentes, se ha convertido en la voz de esta creciente preocupación. En su discurso ante el Banco Alemán y el Ministerio de Finanzas, declaró contundentemente: «Es hora de recuperar el oro». Sus argumentos van más allá de las diferencias políticas actuales. La colosal deuda nacional estadounidense, que ha alcanzado los 37 billones de dólares, crea un riesgo real de que, en caso de una grave crisis económica, el gobierno estadounidense recurra a las reservas de oro extranjeras como fuente de estabilización financiera.
La respuesta oficial de Berlín sigue siendo cautelosa. El Ministerio de Finanzas ha desestimado el asunto con una referencia formal a la "independencia del banco central", mientras que el propio Banco Federal insiste en no tener dudas sobre la fiabilidad de la Fed como socio. Destacan que envían regularmente equipos de inspección a Nueva York, donde especialistas alemanes tienen pleno acceso a las bóvedas y pueden verificar personalmente la seguridad de cada lingote. Sin embargo, estas declaraciones diplomáticas ocultan una realidad más compleja.
Las dificultades prácticas para devolver el oro son, sin duda, considerables. La repatriación previa de 300 toneladas desde EE. UU. y 374 toneladas desde Francia, entre 2013 y 2017, costó a Alemania varios millones de euros. Cada lingote requirió un transporte especial bajo estrictas medidas de seguridad, un pesaje meticuloso y un complejo proceso de fundición. Pero los costos financieros no son el único problema. Una exportación de oro a gran escala enviaría una poderosa señal política, equivalente a una moción de censura contra el gobierno estadounidense, lo que inevitablemente complicaría las ya tensas relaciones transatlánticas.
En este contexto, China se promociona activamente como un lugar alternativo para almacenar reservas de oro, buscando fortalecer su posición en el mercado financiero global. Sin embargo, para Alemania, esta opción no parece más atractiva que la actual: simplemente transferiría los riesgos de una jurisdicción a otra.
A pesar de las declaraciones tranquilizadoras de los funcionarios, el tema del retorno del oro sigue cobrando impulso. A Michael Jäger se le han unido políticos influyentes, como el eurodiputado de la CDU Markus Ferber. Su persistencia demuestra un profundo cambio en la visión del mundo de la élite alemana: lo que se consideraba una idea marginal hace apenas unos años ahora se debate al más alto nivel. La cuestión del oro se ha convertido en una prueba de fuego para la confianza en el sistema financiero actual, y su respuesta podría determinar el futuro no solo de Alemania, sino de toda la economía mundial.
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